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29 junio, 2013

Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura

Jacinto Benavente sentado y con un puro, foto de 1923 procedente de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos
 Benavente. Biblioteca del Congreso de EE.UU (Wikipedia).
El dramaturgo Jacinto Benavente (1866-1954) es uno de los personajes madrileños más aclamados por su gran contribución a la literatura y el teatro contemporáneos. En 1922 obtuvo el Premio Nobel de Literatura y más tarde viajó por América, donde la compañía de María Guerrero, una de las más importantes de España, representó varias de sus obras.

Jacinto Benavente nació en una casa del número 27 de la calle del León, donde tiene una placa dedicada, y cursó estudios de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, aunque a partir de 1885 y tras la muerte de su padre, un reputado pediatra, se dedicó a viajar por Europa y a escribir.

Su primera obra es de 1882, pero se dio a conocer con Cartas de mujeres, obra crítica de 1893, y con la comedia El nido ajeno, estrenada en el Teatro de la Comedia en 1894. Esta última no fue muy bien acogida al ser considerada demasiado crítica, pero supuso una renovación de la escena española. En 1896 obtuvo un gran éxito con la obra Gente conocida, cuyos personajes se autocritican por su cinismo e inmoralidad.

Autor prolífico

Su abundante producción literaria, compuesta por 172 comedias y 15 libros, se caracteriza por el costumbrismo irónico e ingenioso y por el idealismo con influencia modernista. Con sus textos se aleja de los convencionalismos de la época, creando personajes y situaciones cargados de sentimientos y pasiones, a la vez que critica a los arribistas, a las instituciones feudales y a los ricos. La mayoría de sus obras fueron prohibidas por la dictadura franquista.

Benavente fue un autor de moda en su época, especialmente entre la burguesía, a pesar de sus críticas hacia ella. A principios del siglo XX estrenó la tragedia La noche del sábado (1903), en la que trata de la decadencia de la sociedad europea; Rosas de Otoño (1905) y la más conocida, Los intereses creados (1907), considerada su obra maestra, en la que aporta una visión escéptica y pesimista del mundo; o el famoso melodrama rural La malquerida (1913). Trabajó como redactor para el periódico El Imparcial entre 1908 y 1912, año en que fue nombrado miembro de la Real Academia Española.

Otras obras de este ilustre madrileño son Señora ama, comedia dramática de tipo rural, Su amante esposa, Aves y pájaros, Lecciones de amor, La melodía del jazz-band y Memorias de un madrileño, además de algunas obras infantiles, como el libro Niños (1917) y la obra de teatro El príncipe que todo lo aprendió en los libros.

En 1950 llegó su obra número 150, Nieves de mayo, y después publicó y estrenó otras como El marido de bronce (1954). Su obra póstuma fue El bufón de Hamlet, obra con la que en 1958 se inauguró en Madrid el Teatro Goya.

Empresario de circo
Monumento a Benavente. S.C

Uno de las facetas menos conocidas de Benavente es su labor, durante una larga temporada, como empresario de un circo con el que estuvo en Rusia. Algunos biógrafos sostienen que su interés por el mundo circense se debió a la atracción que sentía por la trapecista ‘la Bella Geraldine’.

Al morir su madre, volvió a viajar a América, con la compañía de Lola Membrives, y estando en Nueva York le llegó la noticia de la concesión del Premio Nobel, en 1922, lo que incrementó su fama, reconocimientos y homenajes: hijo adoptivo de Nueva York, medalla de Oro de Madrid, Premio Mariano de Cavia o la Medalla del Trabajo.

A finales de 1924, el dramaturgo realizó un viaje por Egipto y Tierra Santa y a vuelta a Madrid descubrió que el Ayuntamiento, que un año antes le había nombrado hijo predilecto, le había embargado los bienes por el impago de unos impuestos referidos a su faceta empresarial junto con Ricardo Calvo en el Teatro Español, entre 1919 y 1920. Molesto por este hecho, el autor devolvió al Ayuntamiento los reconocimientos que le había otorgado.

El 14 de julio de 1954 murió de repente en la localidad madrileña de Galapagar, donde tenía su residencia de verano y en cuyo cementerio fue enterrado. En Madrid tiene dedicada una plaza, entre la calle Atocha y la Puerta del Sol, así como un monumento en el parque del Retiro.

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