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02 marzo, 2019

Calle del Correo, su nombre y su historia

Vista de la corta y estrecha calle, entre los laterales de aire neoclásico de la Casa de Correos y las Casas de Cordero.
Calle del Correo desde Pontejos. Foto: F. Chorro
La calle del Correo, la más pequeña de las diez que salen de la Puerta del Sol, era la entrada y salida de los carruajes del correo desde las dependencias de la histórica Casa de Correos. Además de darle nombre, el paso del correo convirtió esta calle en una de las más transitadas del siglo XVII, por ser lugar de noticias frescas. Además, estaba al lado del antiguo convento de San Felipe, cuyas gradas y lonja eran el más famoso mentidero de Madrid.

La calle comunica la Puerta del Sol con la plaza del Marqués viudo de Pontejos y discurre entre los dos edificios más antiguos de la Puerta del Sol: la Casa de Correos, hoy sede de la Comunidad de Madrid, y las Casas de Cordero. Este edificio y la plaza Pontejos a su espalda ocuparon el lugar del convento de San Felipe tras su derribo durante la desamortización de Mendizábal, en los años 30 del siglo XIX. Esta operación urbanística dio más anchura a la calle del Correo para facilitar el tránsito de los carruajes de la correspondencia.

Tradicionalmente, la correspondencia madrileña estuvo a cargo del correo mayor de Castilla, que por concesión real durante generaciones obtuvo la familia Tassis. En el desaparecido palacio del conde de Oñate, en la calle Mayor, junto a la  Puerta del Sol, los madrileños depositaban sus cartas tras una de las rejas.

 
Vista de la calle desde la Puerta del Sol. Al fondo, la antigua Casa de Postas.
Entre Sol y la Casa de Postas. Foto:A. Castaño.

El sistema de postas establecido por los Tassis cada 15 o 20 kilómetros de recorrido permitía cubrir trayectos diarios de entre 150 y 200 kilómetros. En cada parada de postas el jinete correo cambiaba de caballo y era acompañado de otro jinete (postillón) hasta la siguiente casa de postas. Allí era sustituido por otro postillón y aquel se volvía a su posta con ambos caballos, mientras el correo tomaba un caballo de refresco.


El transporte de viajeros entre postas, que a la vez servían de posada para viajeros, empleaba también postillones que iban delante de los carruajes para marcar la ruta y comunicar cualquier incidente.

El servicio de Postas y Correos se modernizó con los Borbones. Felipe V asumió la mejora  de la red viaria que agilizara el servicio postal, que pasó a depender de la Corona. La sede madrileña de Correos estaba en un edificio de la cercana calle de Postas, a cargo del cartero mayor, que seleccionaba las cartas y exponía una lista con los nombres de los destinatarios. En 1756, con Fernando VI, se creó en Madrid el primer servicio de carteros, integrado por 12 vecinos, uno por cuartel o distrito, donde cada uno vivía y conocía a sus vecinos, modo de asegurar que la carta llegaba a su destino.

La Casa de Correos de la Puerta del Sol se construyó en tiempos de Carlos III, entre 1766 y 1768. Uno de sus dos patios se utilizaba para despacho de cartas y el otro, con acceso desde la calle del Correo, para caballerizas. 
Desde la esquina, con su róotulo de cerámica, se ve casi enfrente el histórico anuncio luminoso de vinos Tío Pepe, sobre uno de los edificios de la plaza.
Esquina de Correo con Puerta del Sol. Foto: F. Chorro.

A finales del siglo XVIII, por el creciente volumen del correo, se construyó en la misma calle, detrás de la Casa de Correos, la Casa de Postas para la carga y descarga de las sacas de la correspondencia.

Desde mediados del siglo XIX el transporte por ferrocarril, más rápido y seguro, fue sustituyendo el servicio de postas, que aún se mantuvo muchos años. 


A principios del siglo XX el Palacio de Comunicaciones, en la plaza de Cibeles, hoy sede del Ayuntamiento de Madrid, reemplazó en sus funciones a la Casa de Correos. La calle del Correo adquirió otras funciones, dedicados sus edificios principales a gobernación y seguridad del Estado.