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22 agosto, 2015

El nombre de la calle de la Ballesta

Calle larga y estrecha adoquinada a la que se asoman balcones de edificios de cuatro plantas..
Calle de la Ballesta.
La calle de la Ballesta tiene el origen de su nombre en esa costumbre tan primitiva como cruel de maltratar a animales bravos y salvajes cuando se encuentran atrapados y fuera de su hábitat. En esta calle cercana a la Gran Vía, vivía en el siglo XVII un cazador de origen alemán, aficionado al vino, que tenía junto a su casa un corral dedicado al tiro con ballesta sobre animales vivos. En aquel corral había instalado un poste al que ataba a los animales por el cuello, y una tarima sobre andamios desde donde los ballesteros disparaban sus flechas sobre lobos, venados o jabalíes cazados en los bosques que rodeaban Madrid. Este penoso espectáculo en el que se confundían los alaridos por del sufrimiento de los animales con el griterío de los espectadores, reportaba a su promotor sustanciosas ganancias.

El cazador se situaba en tierra para atender lo preciso para el entretenimiento y encargarse del relevo de animales en el poste. Para ello disponía de una especie de cajón de madera que a modo de caseta le protegía de las saetas que disparaban los aficionados. Sucedió en una ocasión que la presa era un jabalí enorme cazado en el monte del Pardo que, atravesado por numerosas flechas y en su furiosa lucha por escapar de aquella muerte consiguió arrancar el poste. El cazador salió huyendo, pero el animal le atrapó y de un feroz mordisco le mató. 


Desde entonces, la autoridades de la Villa prohibieron esta brutal actividad, pero para entonces ya los madrileños llamaban a éste el corral de la Ballesta. Y así se llamó también la calle donde aquel se encontraba, hoy entre la calle Desengaño y la Corredera Baja de San Pablo.

04 agosto, 2015

El mantón de Manila, origen de una tradición

Una mujer viste el traje típico de chulapa con el mantón de Manila. A su lado, dos hombres visten de chulapos.
Chulapos y chulapas. Fotos:A. Castaño
Señora con mantón de Manila de color crema y bordados en el mismo color, y otras con mantones negros y flores de colores.El mantón de Manila es una prenda tradicional madrileña, uno de los símbolos del tipismo de la ciudad, aunque sus orígenes se encuentran muy lejos de ella. Comenzó a utilizarse en el siglo XVII, pero fue durante el siglo XVIII, reinando Carlos III, cuando las mujeres empezaron a usarlo como prenda tradicional, luciéndolo en las verbenas y en los toros, como reacción a la moda francesa que se había instalado entre la alta sociedad. A los hombres y mujeres que empezaron a vestir de forma tradicional, principalmente de los barrios de Maravillas (Malasaña) y Lavapiés, se les empezó a llamar majos y majas.

Ya en el XIX, el mantón de Manila era una prenda muy popular en Madrid. Las mujeres habían sustituido la mantilla y peineta en la cabeza por el mantón, moda que también adoptó la alta sociedad, cuyas mujeres querían imitar las formas de las chulapas, que se lo ponían en las fiestas principales.
La zarzuela La verbena de la Paloma, estrenada a finales el siglo XIX, dedica a esta prenda un chotis, otra de la tradiciones madrileñas que nació fuera de España.
 
Los mantones de Manila llevan bordados de colores gran cantidad de figuras, predominando los pájaros y las flores sobre el fondo del lienzo, de raso o seda negro, blanco y crema, o son bordados en un solo color. Esta prenda, rematada por finos flecos en sus bordes debe su nombre a que los primeros mantones de este tipo fueron adquiridos a comerciantes de Manila, cuando Filipinas era una colonia española. Éstos, a su vez, los habían comprado a comerciantes chinos, que habitualmente los vendían entre las damas de la alta sociedad China, por lo que estaban adornados con símbolos de la cultura oriental, como flores de loto, pagodas y dragones. Posteriormente se adaptaron al gusto español, con rosas, claveles, pájaros y otros adornos.


La tonadilla

Al diferencia de lo que ocurre con el mantón de Manila, la tonadilla, que nació en Madrid, evolucionó y se identificó con Andalucía. La tonadilla, que hoy se confunde con la copla, nació en Madrid en la segunda mitad del siglo XVIII, como una nueva forma teatral que tuvo un rápido éxito. Era una pieza corta y ligera utilizada en los entreactos o pausas en las representaciones, cuyo origen está en las canciones sueltas que tenían lugar durante las representaciones de comedias.

A mediados del siglo XVIII esas canciones se agruparon en piezas teatrales incorporando varias escenas y se representaba en los teatros antes de la comedia y en los entreactos. Una de sus formas más extendidas era la protagonizada por una pareja de actores o cómicos que representaban una escena de costumbres.


La tonadilla se asocia con Andalucía porque su principal impulsor fue el andaluz Antonio Guerrero, y algunas de las actrices más famosas en el siglo XVIII eran andaluzas, como La Tirana (la sevillana María del Rosario Fernández) o La Caramba, de Motril (Granada), cuyo nombre era María Antonia Vallejo Fernández, que a sus dotes para el espectáculo unía una gran belleza.