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19 septiembre, 2020

Manzanares, el río de Madrid

Zona urbana del río con el puente de Segovia al fondo
Río Manzanares. Foto: F. Chorro.

El río Manzanares ha estado vinculado al trabajo y el ocio de los madrileños durante siglos. De todas las actividades relacionadas con el río, son los baños en verano los que permanecen más frescos en la memoria, ya que se popularizaron en el siglo XIX y se prolongaron hasta los años 70 del siglo pasado.

En las márgenes del río se levantaron casetas y chamizos para cubrir los pozos excavados en la arena que servían para darse un chapuzón. Hubo hasta 19 casas de baños públicos a cargo de los llamados ‘bañeros’. Siglos atrás los baños esporádicos con ocasión de festejos en las praderas y las islas del río provocaban avisos y ordenanzas de los regidores municipales por cuestiones de moralidad.

El Manzanares abasteció las primeras piscinas públicas, construidas en sus riberas durante la Segunda República. Era singular la Piscina de la Isla, de 1931, llamada así por estar en una isla del río de unos 300 metros de longitud y 20 de ancho. Estas instalaciones tenían forma de barco y contenían dos piscinas al aire libre y una piscina cubierta. Se accedía a través de pasarelas desde las orillas del río y el nivel del agua se lograba mediante un sistema de presas móviles. Estuvo abierta hasta 1954, siendo derribada y suprimida la isla para realizar una nueva canalización del río.

Piscina de la Isla
Piscina de la Isla, instalación de 1931.

Luego se creó la Playa de Madrid, en 1932, primera playa artificial de España. Era una instalación pública alrededor de un embalse cerca del Hipódromo de la Zarzuela. Era un lugar muy popular, con áreas deportivas, al que se podía llegar en tranvía. 

La Playa del Madrid funcionó hasta mediados del siglo XX, cuando se popularizó el cercano Parque Sindical, que tenía también su embalse y una gran isla en el centro. Cuando desapareció, la presa del embalse se convirtió en puente para llegar al Parque Deportivo Puerta de Hierro. Además de estas instalaciones los madrileños se refrescaban en otras zonas urbanas o sin urbanizar propicias para el baño, como el Puente de los Franceses.

Madrileños bañandose en el Manzanares
Baño junto al Puente de los Franceses.
Antes de las canalizaciones del Manzanares en el siglo XX, su escasa profundidad favoreció durante siglos su uso por las numerosas  lavanderas madrileñas, con sus rústicos tendederos plantados en ambas orillas, entre el Puente de Segovia y el Puente de Toledo. En tiempos de Carlos III se construyeron lavaderos cubiertos a los que llegaba el agua por una acequia.

En el siglo XIX se contaban hasta 7.000 cajones o bancas que utilizaban las lavanderas en la orilla del río para no mojarse mientras lavaban la ropa. En 1871, la esposa del rey Amadeo I, María Victoria, ordenó la construcción del Asilo de las Lavanderas, que estaba frente a la Estación del Norte, en la glorieta de San Vicente. Allí, cerca del río y al cuidado de monjas, las trabajadoras podían dejar a sus hijos menores de cinco años mientras trabajaban.

Desde la inauguración del Canal de Isabel II, en 1856, que llevó poco a poco el agua corriente a las casas, fue disminuyendo el número de lavanderas del Manzanares. A finales de siglo quedaban unas 4.000 y en los años 20 del siglo pasado ya no iban al río. 

Lavanderas del río Manzanares
Lavanderas, siglo XX. Foto: Otto Wunderlich.
Otros asiduos trabajadores del Manzanares eran los areneros, encargados de sacar las arenas del fondo del río y trasladarlas a la ciudad para la construcción de viviendas y otros edificios. 

Los areneros metían dentro del río sus carros de bueyes o mulos para cargar la arena  Este oficio dio nombre a la cuesta de los Areneros, hoy calle Marqués de Urquijo, y al paseo de los Areneros, hoy calle de Alberto Aguilera, en el camino de las antiguas rondas que delimitaban la ciudad por el norte.

A su paso por la ciudad, el Manzanares sirvió también a los molinos cercanos, hasta ocho a finales del siglo XV. Además, en las vegas del río abundaban las huertas y cultivos que surtían a los madrileños, y hasta los años 20 del siglo pasado, menudeaba la pesca de ranas o anguilas, tencas, barbos y otros peces, con red, caña o incluso a mano.

Entre los usos recreativos, se realizaban paseos en barca en el embalse de la Playa de Madrid y desde el Puente de Segovia cuyo embarcadero estuvo funcionando hasta los años 70.

Las obras de canalización y saneamiento del río se han sucedido desde principios del siglo XX  En los años 80 del siglo pasado se realizó el Plan de Saneamiento Integral del río Manzanares, se inauguraron varias estaciones depuradoras de aguas residuales y el río se pobló de peces y patos. En 2007 se emprendió un plan de nuevas infraestructuras de saneamiento, financiado por la Unión Europea. En los últimos años, la gran actuación en el Manzanares en su tramo urbano principal es Madrid Río, magnífico parque lineal con numerosas instalaciones lúdicas, culturales, además de recintos acuáticos para recreo de los madrileños

El Manzanares nace en el Ventisquero de la Condesa, en la Sierra de Guadarrama, a más de 2.300 metros de altitud, zona de neveros que durante siglos abastecieron los pozos de nieve de Madrid, desde donde se distribuía el hielo para la ciudad. Discurre 87 kilómetros hasta su confluencia con el Jarama, cerca de Rivas Vaciamadrid. Antiguamente el Manzanares era llamado Guadarrama, hasta que en el siglo XVII el duque del Infantado cambió su nombre.