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24 septiembre, 2014

Alberto Aguilera, un alcalde para el pueblo

Retrato de Alberto Aguilera, con poblada barba y bigote.
Alberto Aguilera.
Alberto Aguilera, alcalde de Madrid a principios del siglo XX, trazó los antiguos bulevares, mejoró la vida de los madrileños y persiguió la inmoralidad en la política municipal. Ocupó la alcaldía de la ciudad en tres breves periodos y fue cuatro veces gobernador de la provincia.

Los fondos necesarios para llevar a cabo sus proyectos los consiguió mediante un plan de saneamiento de la economía municipal, a la vez que solicitaba un crédito y una rebaja en el impuesto de consumos. Además puso en marcha la contribución industrial de bancos y sociedades, la de carruajes de lujo y la de alumbrado, que hasta entonces era recaudada por el Estado y no por el Ayuntamiento.

Así, ya en su primer mandato (1901-1902) continuó la prolongación de la calle Barquillo, trazó los antiguos bulevares de Sagasta, Carranza y Areneros (hoy calle Alberto Aguilera), abrió la conexión de Recoletos con Bárbara de Braganza hasta Sagasta, construyó escuelas, casas de socorro e instaló las estatuas de Lope de Vega, Quevedo,  Argüelles, Bravo Murillo, Eloy Gonzalo 'Cascorro', Goya y el Marqués de Salamanca. También inició las obras el monumento a Alfonso XII en el parque del Retiro.

Asilo de pobres de Santa Cristina

Su preocupación por mejorar la vida de los madrileños se plasmó en numerosas iniciativas. Una de las principales, iniciada en su época anterior como gobernador de Madrid, fue la creación del asilo de Santa Cristina, que era un modelo de protección y reinserción social de los pobres. Su primer objetivo era acoger a los numerosos mendigos de Madrid. Para ello se realizó el desmonte de más de cien mil metros cuadrados de terreno cerca de la Ciudad Universitaria y se construyeron 40 pabellones (dormitorios para niños, niñas, hombres, mujeres y ancianos, escuelas, comedor, vaquería, gallinero…) se crearon talleres para aprender música, albañilería, herrería, carpintería… viviendas para empleados y para las Hermanas de la Caridad, oficinas, una iglesia, paseos arbolados, huerta…

Publicaba el diario ABC en 1903 que su construcción fue posible gracias a una suscripción popular encabezada por el propia alcalde, que aportó 60.000 pesetas, y "contribuyeron, entre otras muchas entidades y personas, la Casa Real, el Banco de España, el Círculo de la Unión Mercantil, el Casino, el Veloz Club, la Peña y acaudalados y filantrópicos personajes". 


Edificios de dos plantas y numerosas ventanas flanquean la verja de entrada al asilo.
Entrada del Asilo de Santa Cristina.
Aunque acogía a unas 600 personas, indicaba el diario madrileño que tenía capacidad para 1.500 y destacaba "la higiene, aire puro, amplitud y alegría" que caracterizaba este asilo, donde los pobres recibían tres raciones de comida diarias. El asilo quedó inservible tras la batalla de la Ciudad Universitaria, durante la guerra civil, y posteriormente fue demolido.

En sus siguientes mandatos (1906-07 y 1909-10), Alberto Aguilera urbanizó calles cercanas a los bulevares, como Gaztambide, Rodríguez San Pedro, Moret, Benito Gutiérrez, Romero Robledo; asfaltó las calles Mayor, Preciados, Sevilla, Tetuán y del Carmen, creó el parque del Oeste y repobló de árboles el parque del Retiro y la montaña de Príncipe Pío.

Estufas en la Puerta del Sol

Con motivo de una epidemia de gripe ocurrida en 1905, reunió 750.000 reales para ayudar a afectados más pobres. También inauguró el hospital de San Pedro de los Naturales, en la calle Ancha de San Bernardo y creó el Laboratorio Municipal de Higiene. Muy agradecida por los madrileños fue su idea de instalar estufas en la Puerta del Sol durante las olas de frío de aquellos años.

Otras decisiones de Alberto Aguilera fueron la puesta en marcha de un nuevo modelo de tranvía, al que llamaban ‘el cangrejo’ por su color rojo, la prolongación de una línea de tranvías hasta Ciudad Lineal, que era uno de los barrios más aislados de la ciudad, la organización de la Gran Exposición Industrial de Madrid, la reorganización de la Banda Municipal, la creación de un premio anual de arquitectura y la inauguración del templete de la música del paseo del Pintor Rosales.

Alberto Aguilera nació en Valencia en 1842. Además de alcalde de Madrid  y gobernador provincial, también fue gobernador de Ciudad Real, Oviedo, Toledo y Murcia, subsecretario de Hacienda y ministro de Gobernación. Además de político, era abogado y periodista. Falleció en Madrid en 1913.

18 septiembre, 2014

Fuente de Cibeles, historia y anécdotas

Imagen de La Cibeles en primer plano, detrás una bandera de España y la fachada del Ayuntamiento de Madrid.
La Cibeles. Foto: F. Chorro.
La historia de la Fuente de Cibeles está llena de anécdotas. La Cibeles es la escultura más famosa de Madrid y, como símbolo de la ciudad, fue el primer monumento en ser protegido durante la guerra civil. Forma parte de un conjunto artístico y monumental impulsado por Carlos III para urbanizar el paseo del Prado.

Del proyecto de la Fuente de la Cibeles se encargó el arquitecto y maestro mayor de la Villa, Ventura Rodríguez, desde 1776. En 1779 se anunciaron las condiciones para el traslado de la piedra desde la cantera de Montesclaros (Toledo), de donde también salió el mármol para  las fuentes de Apolo y Neptuno. Se estimó en 66 piezas de mármol a un precio de nueve reales y medio la arroba, unos 11,5 kilos.

Para el traslado de la piedra se eligió al madrileño Pedro de la Paliza quien en varias ocasiones solicitó al Ayuntamiento de Madrid que le compensase por las pérdidas que le habían ocasionado los tres meses de viaje de la enorme piedra en que se esculpió La Cibeles, desde la cantera hasta el madrileño Corralón del Prado de San Jerónimo, donde se talló. Argumentaba el hombre el gasto en peones, canteras y maderas para arreglar los caminos por donde tuvo que pasar la carreta y cruzar los ríos Guadyerbas y Guadarrama. Compró maderas en Velada (Toledo) y viguetas y cuartones en Talavera (Toledo) y Ramacastañas (Ávila). Además del gasto en mulas, ya que se emplearon hasta 38 pares.

La obra comenzó en 1780 bajo la dirección de Ventura Rodríguez y en ella trabajaron varios artistas, principalmente los escultores Roberto Michel, que esculpió los leones, y Francisco Gutiérrez que se ocupó de la diosa Cibeles y su carro, labor por la que cobró 60.00 reales de vellón. La obra finalizó en 1782 y ese año se proyectó el empedrado que rodea la fuente.
La Fuente sobe su empedrado en el siglo XIX, cuando miraba hacia el paseo del Prado.
Fuente de Cibeles, siglo XIX (Foto: J. Laurent)

 

Símbolo de Madrid

La escultura de la Cibeles es el símbolo de Madrid, junto con la Puerta de Alcalá y el Oso el Madroño. Representa a la diosa de la Tierra sentada en su trono sobre un carro tirado por dos leones.  La diosa viste una larga túnica con muchos pliegues. Tiene en la mano derecha el cetro de reina y en la izquierda una llave que simboliza el poder. Su rostro es de una belleza clásica, con largos cabellos y corona. Bajo la túnica asoman sus pies, calzados con sandalias, y delante de ellos hay una gran máscara de cuya boca sale un chorro de agua.

El trono está adornado con relieves de guirnaldas de flores y frutos que cuelgan de cuernos de cabezas de carneros. El carro está decorado con volutas, piñas, ramas de piño y minuciosos relieves tallados por el escultor Miguel Jiménez. Las dos ruedas delanteras del carro, tienen diez radios y son más pequeñas que las traseras, de 12 radios. Es una obra maestra del escultor abulense Francisco Gutiérrez, y su última creación.

Las figuras de dos niños tras el carro de la diosa. Uno se apoya en el cántaro del que sale agua y el otro alza una caracola.
Figuras de niños tras el carro..

Los dos leones los talló el francés afincado en Madrid Roberto Michel. Miran uno a cada lado y tienen levantada la pata izquierda. El grupo escultórico se eleva sobre un suelo de rocas que contiene hojas, serpientes y lagartos.

En 1791, Ventura Rodríguez diseñó las figuras de un oso y un grifo o dragón de cuyas bocas salía un chorro de agua, para que los 50 aguadores de la Villa pudieran recogerla mejor. La fuente también tiene un caño en la parte trasera, de manera que podía surtir de agua a personas y caballerías. El oso y el dragón los esculpió Alfonso Giraldo y se añadieron al conjunto, pero fueron retirados a finales del siglo XIX.


En 1897, siendo alcalde de Madrid el conde de Romanones, se colocaron detrás del carro las figuras de dos niños jugando con una caracola y un cántaro del que sale un chorro de agua, talladas en mármol de Montesclaros por Ángel Trilles y Antonio Parera. Además, el conjunto se elevó sobre una plataforma circular. Por estos añadidos a la fuente, los madrileños tenían un chiste que decía: “Romanones le ha puesto piso a Cibeles… y han tenido descendencia”.

El primer lugar donde se colocó la Fuente de la Cibeles fue en el lateral de la plaza de Cibeles que da al paseo de Recoletos, cerca del Palacio de Buenavista, Cuartel General del Ejército de Tierra. Su pilón era más pequeño y estaba rodeado de árboles. El conjunto estaba a ras del suelo y miraba hacía el paseo del Prado. En 1891 se colocó en su ubicación actual, mirando hacia la Puerta del Sol, y se retiraron las figuras del oso y el dragón.

Anécdotas de La Cibeles


En algunas ocasiones la diosa apareció arropada con una capa. Dicen que el primero en hacerlo fue el empresario y diputado Felipe Ducazcal, en el siglo XIX, por una apuesta con sus amigos. En 1929, el dueño de la tienda Capas Seseña fue acusado de colocar una capa sobre los hombros de la diosa como estrategia publicitaria, aunque él lo negó.

En junio de 1937,
durante la guerra civil, La Cibeles fue el primer monumento que los madrileños protegieron de los bombardeos, cubriendo el conjunto con sacos terreros. En 1966, siendo alcalde Carlos Arias Navarro, la fuente se cubrió de gorras de los taxistas, que las arrojaban allí como protesta por la orden municipal que les obligaba a llevar gorra azul de plato
 
Vista parcial del entorno de la Fuente, con plantas alrededor y de fondo el Ayuntamiento de Madrid.
Entorno monumental.

En 2002 la escultura sufrió la rotura de un brazo cuando un grupo de jóvenes se bañaba en la fuente y uno decidió subirse a lo alto, hecho por el que fue condenado a pagar el coste de su reparación, además de una multa.

Desde las últimas décadas, los seguidores del Real Madrid se concentran alrededor de la Fuente de Cibeles para celebrar los nuevos títulos de su equipo. Ya antiguamente era punto de reunión al final de las fiestas de Carnaval, y a ella se arrojaba a los borrachos que encontraban a su paso los juerguistas que asistían al baile de disfraces del Teatro de la Zarzuela.

En Ciudad de México se instaló en 1980 una réplica de la Fuente de la Cibeles, donada por la comunidad de residentes españoles en el país hermano.

10 septiembre, 2014

Los primeros automóviles de Madrid

Antigua fotografía de cohes de los años 30 circulando en doble sentido, sin carriles pintados..
Pº Recoletos, años 30.Abajo, matrícula M-1
Dos personas uniformadas posan ante el primer vehículo matriculado en Madrid, descapotable. Debajo la inscripción: automóvil M-1, año 1907.El primer automóvil que circuló por las calles de Madrid llegó desde París en 1898. Lo conducía personalmente el alcalde madrileño Nicolás Peñalver, conde de Peñalver, que empleó cinco días en recorrer el trayecto desde la capital francesa hasta San Sebastián y otros dos para llegar a Madrid, a una media de 20 kilómetros por hora.

Ya en 1907 empezó a circular el primer coche matriculado en Madrid, matrícula M-1. Era un Panhard-Levassor de fabricación francesa, inscrito en el registro municipal de matriculaciones el 19 de agosto de ese año. Pertenecía a Valentín Céspedes y Céspedes, figurando como conductor Luis Velázquez. Hacía siete años que se había matriculado el primer coche en España, en Palma de Mallorca, el 31 de octubre de 1900.

Del éxito del automóvil, principalmente entre las clases acomodadas, da idea el hecho de que durante las dos primeras décadas del siglo pasado se registró una media de 400 matriculaciones al año, cifra que se disparó a partir de los años 20.


En 1918 se creó el primer reglamento de vehículos de motor, en 1920 un  bando del gobernador imponía la circulación por la derecha en toda la provincia y en 1922 se estableció que en algunas calles de madrid los vehículos circularan en sentido único: Hortaleza, Fuencarral, Carretas, Aduana, Jardines, San Onofre, San Sebastián, Relatores y Carretas.


El primer semáforo

El primer semáforo se instaló en 1926, en la esquina de la calle de Alcalá con la Gran Vía. Hacía dos años que se había impuesto la limitación de velocidad en 20 km/h (antes fue de 10/hm/h) y se había creado el grupo de guardias de tráfico, cuando en Madrid ya existían más 19.200 coches.

En  la década de los años 30 se pasó de 33.000 a 61.000 coches, surgiendo ya el problema de encontrar aparcamiento y los primeros proyectos de aparcamientos subterráneos. Tras la guerra civil, en la década de los 40, se redujo el número de automóviles en Madrid, debido principalmente a su destrucción durante la contienda y por la escasez de gasolina, que se trató de solucionar mediante sustitutivos como el benzol o el alcohol. En esa década, en Madrid había unos 50.000 vehículos, entre turismos, motocicletas, autobuses, tranvías y taxis. La mayoría eran coches importados antes de la guerra, de las marcas Ford, Packard, Rolls, Lincoln, Buick, Cadillac, Simca, Fiat, Renault. Como marcas nacionales, Hispano-Suiza y Eucort. El primer parking público se creó en 1949 en la Plaza de Vázquez de Mella, con 150 plazas.



Un biscúter conservado en perfecta condiciones. Color gris claro, descapotable, asiento único de dos plazas color rojo como las llantas.
Biscuter, años 50
La situación cambió en los años 50 con la aparición de un pequeño vehículo de bajo precio, el Biscúter. Su origen era francés, pero la licencia se vendió a una empresa española que comenzó a fabricarlo con gran éxito. Por su bajo precio, 30.000 pesetas, se vendieron rápidamente 35.000 unidades. 

El 'boom' del automóvil llegó con el lanzamiento en 1957 del Seat 600, el ‘Seiscientos’, fabricado en España bajo licencia Fiat. Su precio inicial era de 65.000 pesetas, lo que permitió una venta masiva. Su influencia en Madrid se constató con el paso de los 100.000 vehículos en 1953 a los 211.000 en 1959. 

A mediados de los años 60 eran ya 400.000 los vehículos y 1.440.000 en los años 90, lo que motivó sucesivas normativas, como la Zona azul o el Plan ORA del Ayuntamiento de Madrid.

Entre 1968 y 1971 se inició el primer plan de aparcamientos subterráneos, que se paralizó durante los años 70, aumentó en los 80 y siguió creciendo a partir de los años 90. Actualmente, la ciudad de Madrid tiene matriculados unos dos millones de vehículos.