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20 agosto, 2017

Cuando Margarita de Austria llegó a Madrid

la reina posa a caballo, vestida con ricas vestimentas oscuras y sombrero.
Margarita de Austria. Velázquez, Museo del Prado.
Entre las celebraciones históricas en Madrid con motivo de bodas, nacimientos, entradas triunfales o victorias militares destaca el recibimiento que los madrileños ofrecieron a Margarita de Austria, esposa de Felipe III, el 24 de octubre de 1599. El evento ha pasado a la historia por ser el más espléndido derroche de medios e ingenio que ha conocido la ciudad. Hacía poco más de un año de la muerte de Felipe II y el ascenso al trono de Felipe III. Llegaba a Madrid la nueva reina y la ciudad quería demostrar su capacidad como capital del imperio.

El Concejo madrileño había comenzado los preparativos a principios de año, que incluían reformas urbanísticas, como el ensanchamiento de la calle de Mayor, nuevos jardines y empedrado de las calles del recorrido; arcos de triunfo, esculturas y fuentes temporales, tapices y otros adornos textiles en fachadas; bandas de tamborileros y dulzaineros, danzas y comparsas protagonizadas por los numerosos gremios de la ciudad; luminarias en las calles principales a base de hachones y faroles y fuegos artificiales. Los festejos dieron un gran esplendor a una ciudad que aún no contaba con los edificios históricos y monumentos que hoy se conservan.

Lo curioso de la historia es que Margarita de Austria se convirtió en la nueva reina de España y Portugal por casualidad o, mejor dicho, por descarte. El anciano Felipe II buscó una esposa para el príncipe Felipe entre las hijas de su primo hermano el archiduque Carlos de Austria, ya fallecido, y de la sobrina de éste, María Ana de Baviera. Eran las candidatas las archiduquesas Catalina, Gregoria, Leonor y Margarita. Descartada Leonor por su naturaleza enfermiza, el rey solicitó a su prima política que le enviará los retratos de sus otras tres hijas.

Cuando llegaron los retratos, Felipe II llamó a su heredero para que eligiera la que más le gustara, pero el joven príncipe Felipe carecía de iniciativa y prefería que su padre designara a su futura esposa. Sin embargo, el rey pensaba que, al menos en esta cuestión, su hijo debía pronunciarse. Estaba presente la infanta Isabel Clara Eugenia, que propuso echarlo a suertes, saliendo elegida Margarita, pero a Felipe II no le pareció seria esta forma de elegir a la futura reina y zanjó la cuestión optando por la mayor de las tres hermanas, la archiduquesa Catalina.

 
El rey posa a caballo con vistosa armadura de relieves dorados, sombrero y bastón de mando en la mano derecha.o.
Felipe III. Velázquez, Museo del Prado

En el transcurso de tiempo hasta que la noticia llegó a la corte de Graz (Austria) ocurrió que la seleccionada falleció de gripe. Así que siguiendo el orden de edad la elegida fue Gregoria, aunque a las pocas semanas también murió a causa de unas fiebres. De manera que Margarita, que tenía 13 años, fue finalmente la señalada para ser la esposa del príncipe Felipe.

Se había acordado también el matrimonio de la infanta Isabel Clara Eugenia con Alberto de Austria, hijo de Maximiliano II, otro de los primos hermanos de Felipe II. Alberto era hermano de su cuarta esposa, Ana de Austria, y por tanto su cuñado. Se dispuso  que el archiduque Alberto se desposara por poderes, representando al príncipe Felipe, con Margarita y la acompañara a España. Y que uno de los nobles enviados por la corte española para acompañar a la comitiva hasta España, Antonio Fernández de Córdoba,
duque de Sessa, se casara por poderes en representación de Margarita, con el archiduque Alberto.

La comitiva llegó a Italia, donde recibió la noticia de que Felipe II había fallecido el 13 de septiembre en El Escorial. En noviembre el papa Clemente VIII casó a unos y otros. Debido al mal tiempo, tuvieron que esperar hasta el 10 de febrero de 1599 para poder embarcarse en el puerto de Génova, llegando a Vinaroz (Castellón) después de 42 días. Felipe y Margarita, que ya había cumplido 14 años, se vieron por primera vez en Valencia en el mes de abril en la catedral de Valencia, donde se confirmó el casamiento. Hablaban en francés, ya que él no hablaba alemán ni ella español. Luego viajaron a Barcelona, desde donde marcharon los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, y de nuevo a Valencia. Los cronistas señalan que Felipe y Margarita se enamoraron a primera vista y que compartían gustos, aficiones y devoción. 

Todo estaba preparado en Madrid el día 24 de octubre de 1599 cuando la reina Margarita hizo su entrada triunfal. Se había pedido la participación de todos los madrileños para un deslumbrante programa de festejos cuyo coste estimado para las arcas municipales fue de un millón de ducados. Una cantidad por encima de las posibilidades de la Villa y Corte, que le supuso una carga adicional durante varios años para poder pagar aquellos festejos.