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20 noviembre, 2017

El Madrid de Alfonso XIII

Retrato del rey a los 21 ños. Viste traje militar con las máximas condecoraciones militares.
Alfonso XIII (C. Franzen,1907).
Alfonso XIII, el único que fue rey desde que nació, inició su reinado coincidiendo con un periodo de prosperidad e importantes cambios tras los vaivenes y la agitación política que sacudieron el siglo XIX. Nacido en el Palacio Real en 1886, la infancia del hijo póstumo de Alfonso XII transcurrió con su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, ejerciendo la regencia en su nombre. María Cristina hizo instalar luz eléctrica en el palacio y levantó una tapia en torno al anexo Campo del Moro para convertirlo en parque de recreo del rey niño. 

Fue en esa época cuando el jesuita y escritor Luis Coloma, escribió para él un cuento basado en la tradición del ratón Pérez, citando como residencia del roedor una caja de galletas en los sótanos de una confitería de la calle Arenal, número 8. El mismo lugar donde hoy existe la casa museo del ratón Pérez.

Comenzaba el reinado de Alfonso XIII en 1902, con 16 años, mayoría de edad según lo indicado por la Constitución para los monarcas. Al cumplir los 20 se casó con la princesa inglesa Victoria Eugenia de Battenberg en la iglesia de los Jerónimos. Con motivo del enlace se construyó la escalinata de acceso a la iglesia. Aquel día, 31 de mayo de 1906, a punto estuvieron de perder la vida. Los recién casados volvían en carroza al Palacio Real cuando el anarquista Mateo Morral les arrojó una bomba dentro de un ramo de flores, desde el cuarto piso de una fonda situada en el número 88 (hoy 84) de la calle Mayor. Los reyes salieron indemnes, también el cochero real, Rufino Salas Medina, pero murieron 24 personas y hubo casi un centenar de heridos.

Además de las deficientes medidas de seguridad, la boda puso en evidencia la falta en Madrid de hoteles de categoría para los notables invitados que asistieron al evento, que se alojaron en varios palacios de la ciudad. Poco después, entre 1908 y 1911 se construyeron los dos hoteles principales de Madrid, el Ritz y el Palace.

 
La calle de Alcalá con un cotidiano tráfico de la época: tranvías eléctricos, coches a motor y coches de caballos.
Calle de Alcalá, 1913. Archivo: Memoria de Madrid.

En esa época los madrileños acudían a diario a los numerosos cafés del centro de la ciudad, que acogían todo tipo de tertulias; se lucían en los jardines del Buen Retiro y alrededores y se divertían sobre todo en verbenas, teatros y salones de variedades. 


A éstos entretenimientos se sumaban las primeras películas de cine mudo y una nueva actividad de la que daba cuenta la prensa ya en 1902, cuando decía que unas treinta personas vestidas en "ropas menores" se habían reunido en un solar cerca de la antigua plaza de toros (hoy avenida Felipe II) para jugar a un deporte importado de Inglaterra llamado foot-ball y consistente en darle patadas a un balón... Eran tiempos de la ‘belle époque madrileña’, de cupletistas y cabarets, mientras Europa estaba a punto de desangrarse en la Primera Guerra Mundial.

La obra más importante emprendida en Madrid en este periodo fue la Gran Vía, eje primordial de comunicación entre los das zonas emergentes más importantes, el barrio de Salamanca y el barrio de Argüelles. El rey daba por inauguradas las obras en 1910 con un golpe de piqueta en la ‘casa del cura’, contigua a la iglesia de San José. Le acompañaban el alcalde, José Francos Rodríguez, y el presidente del Gobierno, José Canalejas. Madrid tenía 600.000 habitantes y el tranvía eléctrico era el principal medio de transporte público.

Vísta del tercer tramo de la Gran Vía en obras, desde la plaza de Callao (1923-1930)
Gran Vía en obras, desde la plaza de Callao.

También en 1910 comenzó el proyecto de construcción de la plaza de España, en el solar donde había estado el cuartel de San Gil, aunque siguió siendo un descampado hasta 1918, y diez años después se levantó el monumento a Cervantes. En 1911 surgieron los dos primeros aeropuertos, ambos militares, el de Cuatro Vientos, en Carabanchel, y el de Getafe.

Con los cambios económicos y los nuevos sistemas de producción, surgió una clase obrera que se fue organizando en defensa de sus derechos. A partir de 1917 el sistema político entró en crisis y comenzó un periodo de inestabilidad social. Ese año durante la primera huelga general en España fue detenido el comité de huelga de Madrid y el ejército reprimió las manifestaciones. Hubo más de 70 muertos y unos 2.000 detenidos en todo el país. 


Un acontecimiento trascendental en esa ápoca fue la apertura en 1919 de la primera línea de Metro, Sol-Cuatro Caminos, a cargo de la compañía Metropolitano Alfonso XIII. El mismo año se abrió el Palacio de Correos y Comunicaciones, hoy Palacio de Cibeles, diseñado por los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi, sede del Ayuntamiento de Madrid.

En 1922 se inauguró el monumento a Alfonso XII junto al estanque del parque del Retiro, un proyecto que había iniciado la reina viuda María Cristina, financiado por suscripción popular. Es el conjunto escultórico más grande de Madrid, obra de José Grases Riera, presidido por la estatua ecuestre del rey realizada por Mariano Benlliure. Luego llegó la dictadura del general Primo de Rivera, mediante un golpe de Estado que contó con el beneplácito de Alfonso XIII. 


El otro gran proyecto de la época fue la Ciudad Universitaria, cuyas obras se iniciaron en 1927 en lo que fue zona boscosa. Los trabajos quedaron paralizados por la guerra civil y se retomaron posteriormente. El general Primo de Rivera dimitió a principios de 1930 al perder el apoyo del ejército y del rey. Tras las elecciones de 1931 se proclamó la II República española. Los reyes abandonaron España y poco después se divorciaron. Alfonso XIII se instaló en Roma, donde falleció en 1941.

01 noviembre, 2017

Calle de Toledo, en el origen de La Latina


Primer tramo de la calle desde la plaza Mayor, al fondo la iglesia de San Isidro.A ambos lados edificos de vivienas de cuatro plantas con balcones.
Calle de Toledo. Foto: S. Castaño
Hasta el siglo XVI la calle de Toledo llegaba sólo hasta la Puerta de La Latina,  así llamada por estar junto al hospital de La Latina, frente a la plaza de la Cebada. Los madrileños nombraban así al hospital fundado por ‘la Latina’, sobrenombre con el que conocían a Beatriz Galindo, maestra de latín y consejera de la reina Isabel la Católica.

El hospital de La Latina se hallaba donde hoy el Teatro de la Latina y fue derribado en 1904, conservándose sólo la portada del edificio, que después de muchos años de olvido en un depósito municipal fue montada en 1960 en la explanada de la Escuela Superior de Arquitectura, en la Ciudad Universitaria. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1984. También se salvaron los sepulcros de Beatriz Galindo y su esposo, Francisco Ramírez ‘el Artillero’, trasladados al Museo de Historia de Madrid; y la bella escalera gótica, que fue instalada en la Casa de los Lujanes, en la Plaza de la Villa.

Cuando Felipe II amplió el perímetro de la muralla de Madrid, se derribó la Puerta de la Latina y se levantó otra más abajo, a la altura de la calle Sierpe. Muchos años después, su nieto Felipe IV levantó una nueva cerca con una nueva puerta más al sur. Ésta fue derribada en tiempos de Fernando VII para levantar la actual Puerta de Toledo, inaugurada en 1827.

 
Inicio de la calle visto hacia la plaza Mayor. En las aceras se ven muchos puestos de venta con toldos.
Calle de Toledo a finales del sigo XIX (M. Moreno)


En el arranque de la calle de Toledo, desde la Plaza Mayor hasta la calle Imperial, se encuentran las casas más antiguas, con soportales que dan entrada a restaurantes y tiendas frecuentados por turistas. Un poco más allá está la Colegiata de San Isidro, levantada como iglesia del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, en 1560. En su interior se guardan los restos mortales de san Isidro, patrón de Madrid, y de su esposa, santa María de la Cabeza.


En la confluencia con la calle de Arganzuela se encuentra ‘la Fuentecilla’, nombre con el que se conoce el monumento de granito dedicado a Fernando VII y que desde 1815 está donde antes hubo un pequeño pilón. Es un conjunto cuadrangular con frontones triangulares en sus lados. Sobre su zócalo descansan las figuras de un dragón y un oso, relacionadas con el antiguo escudo de Madrid y el escudo actual que adornan el monumento. Está coronado por un león con los dos hemisferios bajo sus garras. Dicen los cronistas que este león se esculpió con la mitad de la estatua de San Norberto que se alzaba sobre la fachada de la iglesia de los Mostenses, cerca de la Gran Vía, derribada en 1813 por los proyectos urbanísticos de José I, el rey intruso.

La calle de Toledo era una de las más transitadas de la ciudad desde el establecimiento de la corte en Madrid en 1561, ya que en ella y su entono se abrieron numerosas bodegas y posadas. A ella llegaban las diligencias con viajeros procedentes del sur y carretas con mercancías. Los vecinos de toda la zona se acostumbraron a adquirir comestibles a estos viajeros que llegaban de los pueblos. Esta calle era también paso habitual del ganado camino de los cercanos mataderos. Rebaños y piaras dejaron de entrar por la Puerta de Toledo cuando en 1856 se abrió un portillo en la cercana plaza del Campillo del Mundo Nuevo, para conducir por otras calles los animales dirigidos al matadero del Rastro, en la plaza del General Vara del Rey.
 

En el entorno de la plaza de la Puerta de Toledo se instaló en 1986 el Mercado Puerta de Toledo, dedicado a moda, antigüedades, artesanía y ocio. Su lugar lo ocupa desde 2012 el Campus Madrid-Puerta de Toledo de la Universidad Carlos III. En este emplazamiento estuvo el antiguo Mercado Central de Pescados, desde 1935 hasta 1982 y antes, hasta 1934, era el Matadero municipal. En esta zona estuvo también la Fábrica de Gas desde 1847.
 
Fachada de la tienda, de color amarillo y con grandes ventanales totalmente llenos de caramelos, piruletas y otras golosinas.
Tienda de Caramelos Paco. Foto: S.C.

La calle de Toledo sigue siendo el animado eje del barrio de la Latina, que cuenta con espacios tan emblemáticos como El Rastro, la plaza de la Cebada, la calle de la Paloma o Las Vistillas.


Conserva algunos de los establecimientos más antiguos del barrio, como la tienda de Caramelos Paco, de 1934, en el número 55; o el bar Los Caracoles, de 1922, en el número 106. Al otro lado de la Puerta de Toledo, en el número 122, se encuentra un edificio de viviendas de 1885 que tiene una bonita fachada de estilo neomudéjar.