Lope de Vega. (E. Cajés. M. Lázaro Galdiano) |
El llamado ‘Fénix de los ingenios’, nació en Madrid en 1562. Es uno de los autores más brillantes de la literatura española, uno de los más prolífico de la literatura universal, el que más obras estrenó y por tanto el que más dinero ganaba escribiendo. Además de las dos obras mencionadas, El perro del hortelano, La dama boba, El acero de Madrid, El castigo sin venganza, La Dorotea, Peribáñez o El mejor alcalde, el rey son algunas de sus obras más recordadas.
Su amplísima obra abarca desde la novela griega (El peregrino en su patria) y la épica burlesca (Gatomaquia) al teatro barroco, en el que otorga al pueblo el honor que parecía exclusivo de las clases pudientes, algo que también hizo Calderón de la Barca. Lope de Vega se ganó la amistad del pueblo, que se apasionó por su teatro y abarrotaba los corrales de comedias, donde cosechaba continuos éxitos.
Con 25 años y por despecho escribió unos textos críticos referidos a la que fue su amante, Elena Osorio, casada con un comediante, por lo que acabó en la cárcel durante una temporada y en el destierro. Un año después, en 1588, se vio inmerso en otro proceso judicial, por el rapto de Isabel de Urbina, hija del escritor Diego de Urbina, regidor de Madrid y jefe de armas de Felipe II. Lope rompió el destierro y se casó en la iglesia de San Ginés con Isabel. Tras quedar viudo, se alistó en la Armada Invencible, con la que también luchó y perdió la vida su hermano Juan.
En 1598 contrajo matrimonio con Juana de Guardo, con quien tuvo dos hijos, Carlos que murió a los siete años y Feliciana. En el número 11 de la calle Cervantes, en el barrio de las Letras, se conserva restaurada la casa en que vivió Lope de Vega, hoy casa-museo. El autor la compró en 1610 por 9.000 reales cuando aún vivía su segunda esposa, que murió al nacer su hija Feliciana. A los siete años de haber comprado la casa, la producción de Lope creció mucho, afirmando el autor en el prólogo de Peregrino tener escritas 230 comedias. En 1618 tenía escritas 800 y en 1632 alcanzó las 1.500.
En estos tiempos del Siglo de Oro y muy cerca de la calle Cervantes estaba el Mentidero de Representantes, o de los Cómicos, concretamente en la calle del León, lugar donde se reunían las gentes del teatro, comediantes, representantes, empresarios… Por allí pasaban también Quevedo, para ir a su casa, Góngora, Tirso de Molina y otros autores, pero el más notorio era Lope de Vega. Como cada uno tenía sus seguidores, las polémicas eran habituales en este lugar.
Uno de los amigos de Lope era Alonso de Contreras, aventurero, escritor y militar, a quien dedicó su comedia El Rey sin reino. Se cuenta que Lope fue también durante su infancia amigo de la beata madrileña Mariana de Jesús, a quien se atribuye la célebre frase “De Madrid al Cielo”, pronunciada en su lecho de muerte en 1624.
Lope de Vega
fue también sacerdote, cantando su primera misa en el convento de San
Hermenegildo, lo que no impidió que, con 56 años, tuviera una aventura amorosa
con Marta de Nevares, mujer casada de 25 años.
A los 60
año el ilustre poeta y dramaturgo madrileño estaba enfermo y casi arruinado. Murió el
27 de agosto de 1635 en su casa de la calle Cervantes (por entonces calle
Francos). Su entierro se convirtió en una gran manifestación de duelo en
Madrid. El cortejo fúnebre se detuvo ante una de las ventanas del cercano convento de clausura
de las Trinitarias Descalzas, en la calle Cantarranas, a petición de la monja
Marcela de San Félix, hija de Lope, que rezó ante el cadáver. Fue enterrado en
uno de los nichos de la bóveda del presbiterio de la iglesia de San Sebastián.
Desde 1844, la calle Cantarranas pasó a llamarse Lope de Vega, que va desde la
calle del León hasta el paseo del Prado.
En 1674 un
nieto de Lope que vivía en Milán vendió la casa de la calle Cervantes a un
particular. Cuando el edificio, que se encontraba en muy mal estado, fue
adquirido por la Real Academia Española
de la Lengua entre los escombros se encontró un trozo de dintel con una
inscripción en latín que decía: “Que propio albergue es mucho, aun siendo poco
y mucho albergue es poco, siendo ajeno”.
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