Plaza del Dos de Mayo. Foto: Fernando Chorro. |
La historia
del barrio de Malasaña está ligada al antiguo Parque de Artillería de Monteleón
y a la Guerra de la Independencia. En lo que actualmente es el espacio
delimitado por las calles Carranza, San
Bernardo y San Andrés estaba el palacio de Monteleón, construido por los
descendientes de Hernán Cortés en 1690. En el siglo XVIII sufrió un gran
incendio y en 1807 el ministro Godoy lo convirtió en parque de artillería.
Fue el 2 de mayo de 1808, inicio de la Guerra de la Independencia, cuando este
cuartel de artillería fue defendido hasta la muerte por los capitanes Daoiz y
Velarde y el teniente Rui, al frente de un grupo de soldados y civiles madrileños, contra la ocupación de España por el ejército de Napoleón. Entre los numerosos madrileños que
ese día fueron víctimas de la represión de las tropas francesas se encontraba la joven madrileña Manuela Malasaña, cuyo apellido da nombre a este barrio y a una de sus calles.
El cuartel de
Monteleón fue derribado en 1868 y en su solar se construyeron las actuales
calles de Ruiz, Monteleón, Divino Pastor, Galería Robles y Malasaña. En la cercana plaza del Dos de Mayo se alza hoy un grupo
escultórico en mármol en memoria de Daoiz, Velarde y
Ruiz, y una réplica del arco de entrada al cuartel de Monteleón
El barrio de
Malasaña es también conocido como barrio de Maravillas, por encontrase allí,
junto a la plaza del Dos de Mayo, la iglesia de Ntra. Sra. de las Maravillas,
perteneciente al desaparecido convento de las Maravillas.
Es este uno
de los barrios más dinámicos y alternativos de Madrid, cuna de la ‘movida madrileña’ surgida en los años 80. Es una de las zonas de diversión preferidas
por los madrileños y turistas, que encuentra aquí numerosos bares de tapas,
cervecerías y pubs con mucho ambiente nocturno.
El barrio se
extiende hasta la glorieta de Bilbao, llamada así porque allí estaba, hasta
1868, la Puerta de Bilbao, una salida de Madrid que recordaba a la ciudad
vasca. La glorieta conecta dos de los antiguos bulevares que se construyeron sobre las viejas rondas de la ciudad, hoy calle Carranza y calle Sagasta.
La Puerta de Bilbao se llamó antes Puerta de los Pozos de la Nieve, por estar allí
excavados los pozos donde se guardaba la nieve que se traía en mulas desde
lla sierra de Guadarrama para enfriar bebidas y alimentos. Los encargados de este servicio
eran los ‘neveros’, que tenían la exclusiva del suministro de nieve entre los
más de 20 puestos que existían en la ciudad.
Estaban estos
pozos situados al lado de la calle Fuencarral. En ellos se almacenaba la
nieve prensada en bloques que eran separados unos de otros en el pozo mediante
capas de paja. De este modo, mientras se procedía a trocear y despachar un
bloque de nieve se protegía del calor el
bloque inferior. Cuando
llegaba la primavera, los vendedores ambulantes de agua de cebada, horchata y
limonada se instalaban al lado de estos pozos para refrescar sus productos con
la nieve. Por ello, la glorieta se convirtió pronto en una zona de recreo, se
plantaron numerosos árboles en los alrededores y con el tiempo se instalaron
tabernas, cervecerías y cafés.
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