José Bonaparte. |
Aunque de
carácter amable y afectuoso y acompañado siempre de ministros ‘afrancesados’,
José I vivió en Madrid la soledad propia
de quien es visto como intruso, un usurpador del trono que por tradición
correspondía a Fernando VII, conocido entonces como ‘El deseado’.
En unas
caricaturas aparece montado en un pepino sosteniendo con las manos una bandeja
con una botella y unas copas llenas de vino. En otros dibujos, una mano le
muestra un rey de copas de la baraja mientras un criado le trae una enorme
bota de vino condecorada con una cruz.
Entre las
coplas y cantes, una letra decía: “Cada cual tiene su suerte, la tuya es de
borracho hasta la muerte”. Y otra, “No es caballo, ni yegua, ni pollino en el que
va montado, que es pepino”. Sin embargo, según los historiadores, el rey
intruso no era bebedor. Lo que sí parece acertado es que José Bonaparte, además
de amante de la buena mesa, era muy aficionado a las mujeres, aunque en estos
asuntos la historia se mueve entre la realidad y la leyenda.
Las amantes
de Pepe Botella
José
Bonaparte conoció a Teresa Montalvo, viuda del conde de Jaruco y sobrina de uno
de sus ministros, Gonzalo O’Farrill, ministro de la guerra, en una de las
fiestas que la mujer organizaba en su casa. Teresa era una joven cubana muy
atractiva y pronto se convirtió en su amante.
Enseguida se
supo que ‘Pepe Botella’ había comprado un palacete a la condesa de Jaruco en la
calle del Clavel, y que la visitaba disimuladamente por las noches, entrando
por la puerta del jardín. Teresa no disfrutaba de buena
salud y, a pesar de las atenciones que le procuró su amante, murió poco tiempo
después.
Cuando José
Bonaparte, al poco tiempo de estar en Madrid, huyó a Francia impresionado
por la derrota en Bailén del general Dupont frente al general Castaños, conoció
en Vitoria a otra de sus amantes, María del Pilar Acedo, marquesa de
Montehermoso. Cuando el rey intruso
volvió a Madrid acompañado del propio Napoleón y su ejército imperial, para
reinstalarse en el trono, la marquesa de Montehermoso se trasladó a Madrid. En
cuanto al marqués, a los pocos meses fue nombrado gentilhombre de cámara,
grande de España y Gran Cordón de la Orden Real de España, un título creado por
el José I. Los
madrileños en sus chascarrillos se referían a este título como ‘la orden de la
berenjena’, por su cinta color violeta. Entre burlas y chanzas algunos cantes
ingeniosos decían: “De Montehermoso la dama / tiene un tintero / donde moja la
pluma / José Primero”.
Caricatura de 'Pepe Botella' o 'rey pepino' |
Detestado y
ridiculizado sin tregua por los madrileños, con importantes bajas entre sus
soldados por las batallas y la guerra de guerrillas en el resto del país, José
Bonaparte dimitió de su puesto en España el 28 de mayo de 1813. Con él se fue
la marquesa de Montehermoso, que emigró a Estados Unidos tras la
batalla de Waterloo (1815) y falleció en Florencia en 1844.
Mejoras
urbanísticas
A pesar de
todo, durante el breve periodo que José Bonaparte estuvo en Madrid se
realizaron importantes reformas urbanísticas que pretendían modernizar la ciudad y dotarla de mayor
belleza y salubridad. Así, se trasladaron cementerios y mataderos al exterior
de Madrid, se demolieron iglesias y conventos, dando lugar a las plazas de
Oriente, San Miguel, Santa Ana, Mostenses y San Martín, lo que permitió una
mejor circulación del aire por numerosas calles estrechas. También se
proyectaron grandes avenidas. Por estas
actuaciones los madrileños, que nunca le perdonaron la invasión, le apodaron
también "rey plazuelas" y "Pepe plazuelas".
Durante la Guerra de la Independencia, la legalidad española residía en las Cortes de
Cádiz, que en 1812 promulgaron la primera Constitución Española.
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