Plaza Mayor. Foto: S. Castaño |
Cuando en la
Plaza Mayor de Madrid se proclamó la Constitución de 1812, este recinto pasó a llamarse Plaza de la Constitución. Luego,
con la restauración de Fernando VII y la vuelta al absolutismo se le cambió el
nombre por el de Plaza Real. Más tarde, con la proclamación de la I República
(1873) se le puso el nombre de Plaza de la República, que al año siguiente era
Plaza de la República Federal. Con la restauración monárquíca volvió a su
nombre original, Plaza Mayor, que no se volvió a tocar.
Coronaciones, bodas, toros y verdugos
Desde el
principio, la Plaza Mayor se planteó como escenario de acontecimientos púbicos. Su primer gran evento, en 1620, fue la beatificación del patrón de Madrid,
san Isidro, cuyos festejos y procesiones duraron ocho días. Al año siguiente, este
recinto acogió la coronación de Felipe IV. El aforo de la plaza era de unos
50.000 espectadores, la mayoría en los balcones. Para este acto, el precio de
alquiler de los balcones de los primeros pisos se fijo en 12 ducados, los de
los segundos pisos a ocho ducados, seis para los terceros y, para las
buhardillas, cuatro ducados. Fue el inicio de la proclamación de los reyes en
la Plaza Mayor, una costumbre que llegó hasta Isabel II.
Unos meses
después, también en 1621, se produjo la ejecución de un ministro de Felipe III,
Rodrigo Calderón, marqués de Siete Iglesias, acusado de aprovechar su cargo
para beneficio propio, por lo que fue decapitado.
En 1622 se
organizó una gran fiesta con motivo de la canonización conjunta de san Isidro,
santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier. Por ello,
hubo en la Plaza Mayor corridas de toros a caballo, así como una comedia de
Lope de Vega, danzas, mascaradas, juegos de cañas, música y fuegos
artificiales.
Casa de la Panadería. Plaza Mayor de Madrid. Foto: S.C. |
Fueron
numerosas las ejecuciones practicadas en este recinto, previa condena del
Tribunal del Santo Oficio (Inquisición) que protagonizaba la persecución y
castigo de judíos, herejes, blasfemos o sacrílegos a la vez que anunciaba gracias
especiales e indulgencias a todos los que acudieran a estos actos. Para la
puesta en escena se montaban patíbulos y graderíos de madera.
Uno de los
actos más macabros fue la ejecución, en 1648, de Pedro de Silva, marqués de la
Vega de la Sagra, y de Carlos Padilla, acusados de conspirar contra el rey
Felipe IV para proclamar rey de Aragón al duque de Híjar. Junto a ellos había unos
80 presos acusados de practicar el judaísmo. Su ejecución se prolongó durante
doce horas. En cuanto al duque de Híjar, se le conmutó la pena de muerte por la
cadena perpetua a cambio de pagar 10.000 ducados.
La Plaza
Mayor acogió la proclamación de Carlos III como rey de España en 1759 y las
consiguientes corridas de toros. También se organizó una gran fiesta en 1846 para
celebrar la doble boda de Isabel II (con su primo Francisco de Asís de Borbón) y
la de su hermana María Luisa Fernanda (con Antonio de Orleans, duque de Montpensier),
cuya celebración duró tres días. Fue la
última vez que hubo corridas de toros en este lugar.
Un poblado a
las afueras
La plaza
Mayor se originó a las afueras de la ciudad. Eran los tiempos de Juan II de
Castilla, en la primera mitad de siglo XV. Por entonces la Villa de Madrid
creció hacia el este, con un continuo asentamiento espontáneo de comerciantes,
sobre todo judíos, que construyeron viviendas a las afueras de la ciudad, donde
estaba la llamada laguna de Luján, que fue desecada. Allí se formó una barriada
en torno a una explanada que servía de mercado y que se llamó Plaza del
Arrabal. Con el tiempo se convertiría en el centro de la ciudad.
A principios
del siglo XVII sus construcciones estaban muy deterioradas, y Felipe III
decidió reconstruir sobre esta antigua plaza la que sería la Plaza Mayor de la
ciudad y escenario de acontecimientos públicos. El proyecto lo llevó a cabo el
arquitecto Juan Gómez de Mora, que inició las obras en 1617 y las terminó en tan
sólo dos años, con un coste de 200.000 ducados. El recinto, de
120 por 90 metros, estaba formado originalmente por 136 casas de entre tres
y cinco plantas, ocupadas por unos 3.700 vecinos, tenían soportales y un total
de 347 balcones.
Junto a la Casa de la Carnicería se instalan los pintores. S.C. |
Se construyeron
nueve puertas de acceso y cuatro torres con chapiteles, dos en el lado sur, que
pertenecen a la Casa de la Carnicería (llamada así porque era el depósito
general de carnes), y dos en el lado norte, en la Casa de la Panadería, llamada
así porque en su planta baja se despachaba el pan. Fue éste el primer edificio (hoy
sede oficial del Turismo de Madrid), obra de Diego Sillero, cuyo estilo marco el
del resto de los edificios. En su planta principal había salones y balcones
reservados a los reyes para los espectáculos públicos. En su fachada destacan pinturas coloridas que representan personajes mitologícos.
A este edificio le siguió, con el mismo diseño, la Casa de la Carnicería. Este edificio (sede de la Junta Municipal del Distrito Centro entre 1995 y 2008) y su gemelo son los únicos de la plaza cuyos soportales son arcos de granito, el resto se alza sobre pilares.
Incendios y reformas
A este edificio le siguió, con el mismo diseño, la Casa de la Carnicería. Este edificio (sede de la Junta Municipal del Distrito Centro entre 1995 y 2008) y su gemelo son los únicos de la plaza cuyos soportales son arcos de granito, el resto se alza sobre pilares.
Incendios y reformas
Incendio de la Plaza Mayor en 1790. |
Estatua ecuestre de Felipe III
Los vaivenes políticos han afectado también durante años a la estatua ecuestre de Felipe III situada en el centro de la plaza. Fue construida en Florencia en 1614 por encargo del Gran Duque de Toscana, Cosme de Médicis, que la ofreció como regalo al rey español. El pedestal es obra de Juan Sánchez Pescador y los relieves son del escultor Sabino de Medina.
La estatua se
instaló en los jardines del antiguo alcázar, y luego se colocó delante del
palacete real de la Casa de Campo, donde estuvo hasta 1848, cuando la reina
Isabel II, aconsejada por el escritor y concejal Ramón Mesonero Romanos, la
trasladó a la Plaza Mayor.
De aquí fue
retirada en 1873 con la I República y repuesta dos años después al restaurarse
la monarquía. En 1931, durante la II República, unos exaltados la derribaron y
tuvo importantes daños. Durante la dictadura fue reconstruida por el escultor Juan
Cristóbal y se instaló otra vez en su ubicación actual. De nuevo en 1968
abandonó la plaza, cuyo suelo fue levantado para la construcción de un
aparcamiento subterráneo. La estatua estuvo en el Parque del Retiro hasta 1971,
cuando volvió a la Plaza Mayor y se le instaló una verja de hierro a su
alrededor.
Bravo!!! Lo cierto que es una de las plazas con más historia de Madrid.
ResponderEliminarUna pena que hasta en varias ocasiones quedara destruido por los incendios.
Es difícil visitarla y no quedar eclipsado con su magnitud, su historia y curiosidades. Yo tuve la oportunidad de vistarla durante un free tour Madrid que el que aprendimos todo y despertó mi curiosidad para llegar a tu blog.
Gracia por la info.
Saludos