Moratín, 1799. Goya |
En Madrid hay
una calle que se llama de Moratines, en honor a los poetas y dramaturgos
Nicolás Fernández de Moratín y Leandro Fernández de Moratín, padre e hijo. Dos personajes madrileños que figuran entre los principales representantes del neoclasicismo y la ilustración.
Sus piezas están perfectamente estructuradas, a la vez que reflejan los males de la época y priman los sentimientos y afectos de los personajes.
Moratín
tradujo el Hamlet de Shakespeare en 1798 y adaptó a la escena española dos
obras de Molière, La escuela de los maridos y El médico a palos, en las que
superó al autor francés en las versiones que hizo.
Joven poeta
Moratín se
había iniciado en el mundo de las letras antes de destacar como comediógrafo. Con sólo 19
años obtuvo una mención honorífica por el poema épico La toma de Granada por los
Reyes Católicos D. Fernando y Dña. Isabel (1779). Con 20 años publicó poemas de
corte clásico, con un sello personal melancólico y prerromántico: A don Rodrigo
Simón Laso, A Jovellanos, A los colegiales de San Clemente de Bolonia, A las
musas o La despedida, entre otros. Y tres años más tarde ganó el accésit con
Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana (1782).En 1789 se
publicó en Madrid su obra La derrota de los pedantes, en la que Moratín
criticaba a los poetas culteranos y planteaba las bases del teatro neoclásico
como renovación del teatro español.
Fue
abogado de los Reales Consejos y secretario de
Interpretación de Lenguas y más tarde director de teatros. Consiguió una
pensión del conde de Floridablanca, primer ministro de Carlos IV, y con ella se ordenó de tonsura (primer escalafón en
el ordenamiento sacerdotal), convirtiéndose así en uno de los muchos clérigos
que vivían en la España del XVIII. Esta situación le permitió dedicarse por
completo a sus obras. También
fue protegido de otros personajes ilustrados como el escritor y político Jovellanos
o los condes Cabarrús y Aranda.
Fue partidario del ‘rey intruso’, José Bonaparte, hermano de Napoleón, durante la ocupación francesa por considerar que sus reformas convenían a
España. Por ello, Moratín pasó momentos críticos, huyó a Valencia y luego a Barcelona, hasta que se exilio definitivamente en
Francia. Viajó por Francia, Inglaterra e Italia, interesándose por los últimos
movimientos teatrales y escribiendo atractivos libros de viajes.
Fernando VII le devolvió sus bienes, que habían sido confiscados, pero Moratín no quiso volver a España. Sólo regresó por un año,
entre 1820 y 1821. Los últimos años de su vida los pasó en Burdeos (Francia)
con la familia del político Manuel Silvela. En esa ciudad fue retratado por
Goya. Durante un viaje a París, murió de repente, en 1828. Fue enterrado en el
cementerio de Père Lachaise, entre Voltaire y La Fontaine. Sus restos fueron
trasladados a España en 1953.
Viva la Ilustración!! Gracias por su trabajo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario!!
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