Torre de la iglesia de San Nicolás. Foto: F. Chorro |
El crecimiento demográfico de Madrid durante el siglo XII originó la construcción de nuevos barrios, todos ellos situados al sur y al este de la vieja medina árabe. Se levantó una nueva muralla de nueve metros de altura que llegaba hasta la Cava Baja, con unas 190 torres. Apenas se conservan restos de esta muralla, ya que el crecimiento de la ciudad fue tapándola, aprovechando sus cimientos o apoyando en ella sus casas. En el número 30 de la Cava Baja y zonas próximas se conservan restos de la muralla cristiana.
Placa de la calle Cava Baja |
El Concejo estaba compuesto por los regidores (equivalente a los concejales), sexmeros (representantes de los pueblos), alcaldes (ayudantes de los regidores) y el alguacil o jefe de policía.
En el siglo XIII, los alrededores de Madrid se dividieron en tres sexmos o departamentos rurales: El Sexmo de Vallecas agrupaba Vallecas, Vicálvaro, Ambroz, Coslada, Rivas, Vaciamadrid, Velilla, Rejas, Canillas, Canillejas, Hortaleza, Chamartín, Fuencarral y Fuentelfresno. El Sexmo de Villaverde comprendía Villaverde, Getafe, Fuenlabrada, Torrejón de la Calzada, Casarrubios, Humanejos y Perales. El Sexmo de Aravaca se extendía por Aravaca, Las Rozas, Majadahonda, Boadilla, Alcorcón, Leganés y los Carabancheles.
Primeras Cortes madrileñas
En el siglo XIV, reinando Fernando IV, se celebraron por primera vez Cortes en Madrid. Este acontecimiento dio protagonismo a la ciudad y se convirtió en habitual durante el siglo XV, cuando Madrid se convirtió en residencia temporal de los reyes castellanos, que valoraban la estratégica ubicación geográfica de Madrid para administrar sus tierras.
Los madrileños continuaron con los mismos oficios que tenían durante la dominación árabe. La moneda que se utilizaba era el maravedí. Un maravedí equivalía a 10 dineros, 1 dinero equivalía a 10 miajas. Un carpintero madrileño ganaba dos maravedíes diarios; un albañil, dos maravedíes y medio, y la mitad si era un peón. Hacerse un capa sencilla costaba siete dineros; herrar un caballo, 14 dineros, y afilar la reja de un arado, dos miajas.
Convivencia entre religiones
Un hecho de especial relevancia histórica fue la convivencia entre religiones. Los historiadores consideran que fueron pocos los pobladores que huyeron cuando los cristianos conquistaron la ciudad, y que la gran mayoría de los árabes continuó viviendo en Madrid. Estos árabes, que pasaron a denominarse mudéjares, pudieron seguir manteniendo sus costumbres, lengua y religión, aunque sus lugares de culto, las mezquitas, fueron demolidas en actos a los que acudían las principales autoridades cristianas.
Siglos después llegaron las revueltas de los mudéjares y el decreto de 1502 provocó la expulsión de los mudéjares de Castilla y luego de otras zonas, contra la opinión de Papa y del Inquisidor español. Incluso los nobles defendían la permanencia de los trabajadores de sus tierras y lo consideraban un perjuicio económico. Tras el decreto de expulsión, para poder quedarse los mudéjares tenían que convertirse forzosamente al cristianismo, pasando a denominarse moriscos. Por lo general, mantuvieron el velo tradicional y el disimulo en sus creencias.
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