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03 julio, 2013

Madrid Cristiano, ciudad abierta

Torre campañario de estilo mudéjar de la iglesia de San Nicolás. Está rematada con chapitel o aguja que se añadió siglos después
Torre de la iglesia de San Nicolás.
Foto: F. Chorro
Se desconoce el año en que los cristianos recuperaron Madrid, pero Toledo se reconquistó en 1083 y los historiadores consideran que los musulmanes perdieron Madrid antes o cayó poco después, como consecuencia de la derrota del reino toledano. Años después, en 1109, los almorávides sitiaron Madrid, pero la ciudad resistió el cerco. La Villa se repobló con gentes de Segovia, Ávila, Asturias y León principalmente.

El crecimiento demográfico de Madrid durante el siglo XII originó la construcción de nuevos barrios, todos ellos situados al sur y al este de la vieja medina árabe. Se levantó una nueva muralla de nueve metros de altura que llegaba hasta la Cava Baja, con unas 190 torres. Apenas se conservan restos de esta muralla, ya que el crecimiento de la ciudad fue tapándola, aprovechando sus cimientos o apoyando en ella sus casas. En el número 30 de la Cava Baja y zonas próximas se conservan restos de la muralla cristiana.

La ciudad se estructuró en diez parroquias: Santa María, San Salvador, San Juan, Santiago, San Pedro, San Andrés, San Miguel de la Sagra, San Miguel de los Octoes, San Justo y San Nicolás, cuya torre mudéjar (luego rematada con un chapitel) es la más antigua y sobreviviente de aquella época.
 
En 1202 la ciudad obtuvo fuero (leyes locales) y pendón: un oso rampante sobre campo de plata. El Fuero de Madrid, que se conserva en el Archivo Municipal, contiene disposiciones de derecho penal, policía urbana y comercio, lo que dio muchas autonomía administrativa a la ciudad.

Placa callejera de la Cava Baja, con dibujo de un comerciante vendiendo vasijas en una de las puertas de la ciudad
Placa de la calle Cava Baja
La creciente importancia de Madrid llevó a que destacadas órdenes religiosas, como los franciscanos y los dominicos, se establecieran en Madrid, construyendo sus respectivos conventos: el de San Francisco (1217) y el de Santo Domingo (1218). A partir de esas fechas surgieron enfrentamientos entre el Concejo y los clérigos por asuntos de tierras, hasta que intervino el rey, que concedió los pastos a los religiosos y los montes a los seglares. La ciudad mantuvo también un largo pleito con Segovia por los límites territoriales.

El Concejo estaba compuesto por los regidores (equivalente a los concejales), sexmeros (representantes de los pueblos), alcaldes (ayudantes de los regidores) y el alguacil o jefe de policía.

En el siglo XIII, los alrededores de Madrid se dividieron en tres sexmos o departamentos rurales: El Sexmo de Vallecas agrupaba Vallecas, Vicálvaro, Ambroz, Coslada, Rivas, Vaciamadrid, Velilla, Rejas, Canillas, Canillejas, Hortaleza, Chamartín, Fuencarral y Fuentelfresno. El Sexmo de Villaverde comprendía Villaverde, Getafe, Fuenlabrada, Torrejón de la Calzada, Casarrubios, Humanejos y Perales. El Sexmo de Aravaca se extendía por Aravaca, Las Rozas, Majadahonda, Boadilla, Alcorcón, Leganés y los Carabancheles. 

Primeras Cortes madrileñas

En el siglo XIV, reinando Fernando IV, se celebraron por primera vez Cortes en Madrid. Este acontecimiento dio protagonismo a la ciudad y se convirtió en habitual durante el siglo XV, cuando Madrid se convirtió en residencia temporal de los reyes castellanos, que valoraban la estratégica ubicación geográfica de Madrid para administrar sus tierras. 

Los madrileños continuaron con los mismos oficios que tenían durante la dominación árabe. La moneda que se utilizaba era el maravedí. Un maravedí equivalía a 10 dineros, 1 dinero equivalía a 10 miajas. Un carpintero madrileño ganaba dos maravedíes diarios; un albañil, dos maravedíes y medio, y la mitad si era un peón. Hacerse un capa sencilla costaba siete dineros; herrar un caballo, 14 dineros, y afilar la reja de un arado, dos miajas.

Convivencia entre religiones

Un hecho de especial relevancia histórica fue la convivencia entre religiones. Los historiadores consideran que fueron pocos los pobladores que huyeron cuando los cristianos conquistaron la ciudad, y que la gran mayoría de los árabes continuó viviendo en Madrid. Estos árabes, que pasaron a denominarse mudéjares, pudieron seguir manteniendo sus costumbres, lengua y religión, aunque sus lugares de culto, las mezquitas, fueron demolidas en actos a los que acudían las principales autoridades cristianas.

Siglos después llegaron las revueltas de los mudéjares y el decreto de 1502 provocó la expulsión de los mudéjares de Castilla y luego de otras zonas, contra la opinión de Papa y del Inquisidor español. Incluso los nobles defendían la permanencia de los trabajadores de sus tierras y lo consideraban un perjuicio económico. Tras el decreto de expulsión, para poder quedarse los mudéjares tenían que convertirse forzosamente al cristianismo, pasando a denominarse moriscos. Por lo general, mantuvieron el velo tradicional y el disimulo en sus creencias.
 

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