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08 agosto, 2013

Fiestas de La Paloma, la otra patrona de Madrid

Pintura de la imagen de la Virgen de Paloma, de blanco con manto negro, la cabeza inclinada a la derecha, las manos entrelazadas y la mirada baja. Tras el cristal tiene sobrepuesta una corona plateada con pedrería, a modo de aura.
Cuadro de la Virgen de la Paloma.
La Virgen de la Paloma es, por tradición, la virgen del pueblo, así como la Virgen de la Almudena (patrona de Madrid) fue la virgen de los cortesanos que vivían en Madrid a la vera de los reyes.

La imagen de la Virgen de la Paloma se venera en un lienzo que fue encontrado por unos niños y utilizado como juguete hasta que la tía de uno de ellos, Andrea Isabel Tintero, lo rescató, restauró y colocó en el portal de su casa hacia el año 1790. Pronto corrió la voz de que se le atribuían milagros a esta imagen y las madres comenzaron a llevar a sus hijos recién nacidos para ponerlos bajo la protección de la Virgen. La reina María Luisa de Parma, madre de Fernando VII, recurrió a la veneración de esta imagen para curar el escorbuto a uno de sus hijos. 
Cada año, a las ocho de la tarde del día 15 de agosto, tras la misa, sale la procesión de la Virgen de la Paloma, desde la iglesia de la Paloma (parroquia de San Pedro el Real), en la calle de la Paloma. Se dirige a la Gran Vía de San Francisco, sube por la calle de Toledo hasta la plaza de la Cebada y regresa por otras calles cercanas como la de Calatrava.
La Virgen de la Paloma es la patrona de los bomberos de Madrid, que encabezan la procesión y son los encargados de bajar, y más tarde subir, el cuadro de la virgen del retablo donde se aloja. Cientos de madrileños asisten al descenso del cuadro, entre vítores a la virgen y a los bomberos.

Estas fiestas se celebran tras las de san Cayetano (7 de agosto) y las de San Lorenzo (10 de agosto), desplazándose las verbenas entre los barrios vecinos de La Latina y Lavapiés. La primera en la plaza de Cascorro, Ribera de Curtidores y aledaños (El Rastro). La segunda en la plaza de Lavapiés y calle Argumosa, y después, con La Paloma, desde Las Vistillas (calle Bailén) a la calle de Toledo y adyacentes, hasta la plaza de la Cebada y alrededores.

En estas celebraciones tan castizas son muchos los madrileños y madrileñas que lucen sus trajes de chulapo y chulapa y también pueden verse trajes goyescos. Son tradicionales los campeonatos de petanca, ajedrez, rana y mus, los concursos de chotis, pasodobles y mantones y la elección de chulapas y chulapos. Es típico también beber sangría y limonada acompañando sardinas asadas, patatas bravas y berenjenas embuchadas, entre otros productos típicos macrileños.
A pesar de su tradición mariana, el barrio de Lavapiés, tiene raíces hebraicas. A finales del siglo XVI, por este barrio pasaba el límite meridional de la Villa. Allí vivían los conversos tras la Reconquista. Manuel era el nombre obligado que debían darle a sus primogénitos, de ahí el popular nombre de ‘manolos’ a los habitantes del barrio. En el siglo XVIII, el vocablo chaul (muchacho en hebreo) se transformaría en chulo, lo que derivó en chulapo y chulapa.
La verbena de la Paloma (1894) es el título de una de las zarzuelas más arraigadas en la cultura popular madrileña. Se debe a Ricardo de la Vega (libreto) y Tomás Bretón (música).

3 comentarios:

  1. gracias me ha serbido para hacer mi trabajo para la universidad

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    1. Me alegro, Patricia. La difusión del conocimiento para todos, es lo mejor.

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  2. ¡Ay! Madrileña chulapa, por fina y por guapa, me quitas el sueño...

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