Cuadro de la Virgen de la Paloma. |
La imagen de la Virgen de la Paloma
se venera en un lienzo que fue encontrado por unos niños y utilizado
como juguete hasta que la tía de uno de ellos, Andrea Isabel Tintero, lo
rescató, restauró y colocó en el portal de su casa hacia el año 1790.
Pronto corrió la voz de que se le atribuían milagros a esta imagen y las madres
comenzaron a llevar a sus hijos recién nacidos para ponerlos bajo la protección
de la Virgen. La reina María Luisa de Parma, madre de Fernando VII, recurrió a
la veneración de esta imagen para curar el escorbuto a uno de sus hijos.
Cada año, a
las ocho de la tarde del día 15 de agosto, tras la misa, sale la procesión de
la Virgen de la Paloma, desde la iglesia de la Paloma (parroquia de San Pedro
el Real), en la calle de la Paloma. Se dirige a la Gran Vía de San Francisco, sube por
la calle de Toledo hasta la plaza de la Cebada y regresa por otras calles cercanas
como la de Calatrava.
La Virgen de
la Paloma es la patrona de los bomberos de Madrid, que encabezan la procesión y
son los encargados de bajar, y más tarde subir, el cuadro de la virgen del
retablo donde se aloja. Cientos de madrileños asisten al descenso del cuadro, entre
vítores a la virgen y a los bomberos.
Estas fiestas se celebran tras las de san Cayetano (7 de agosto) y las de San Lorenzo (10 de agosto), desplazándose las verbenas entre los barrios vecinos de La Latina y Lavapiés. La primera en la plaza de Cascorro, Ribera de Curtidores y aledaños (El Rastro). La segunda en la plaza de Lavapiés y calle Argumosa, y después, con La Paloma, desde Las Vistillas (calle Bailén) a la calle de Toledo y adyacentes, hasta la plaza de la Cebada y alrededores.
En estas
celebraciones tan castizas son muchos los madrileños y madrileñas que lucen sus
trajes de chulapo y chulapa y también pueden verse trajes goyescos. Son
tradicionales los campeonatos de petanca, ajedrez, rana y mus, los concursos de
chotis, pasodobles y mantones y la elección de chulapas y chulapos. Es típico
también beber sangría y limonada acompañando sardinas asadas, patatas bravas y berenjenas
embuchadas, entre otros productos típicos macrileños.
A pesar de su
tradición mariana, el barrio de Lavapiés, tiene raíces hebraicas. A finales del siglo XVI, por este barrio pasaba
el límite meridional de la Villa. Allí vivían los conversos tras la Reconquista.
Manuel era el nombre obligado que debían darle a sus primogénitos, de ahí el
popular nombre de ‘manolos’ a los habitantes del barrio. En el siglo XVIII, el
vocablo chaul (muchacho en hebreo) se
transformaría en chulo, lo que derivó en chulapo y chulapa.
La verbena de la Paloma (1894) es el título de una de las
zarzuelas más arraigadas en la cultura popular madrileña. Se debe a Ricardo de
la Vega (libreto) y Tomás Bretón (música).
gracias me ha serbido para hacer mi trabajo para la universidad
ResponderEliminarMe alegro, Patricia. La difusión del conocimiento para todos, es lo mejor.
Eliminar¡Ay! Madrileña chulapa, por fina y por guapa, me quitas el sueño...
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