Calle del Areanl. Foto: S. Castaño |
Después de la conquista de Madrid por los cristianos, en 1083, los musulmanes pudieron quedarse, a diferencia de otras ciudades, pero desplazados a los arrabales, donde también permanecieron algunos cristianos. Este primitivo asentamiento, convertido en arrabal o barrio extramuros entre los siglos XII y XIII quedaba separado del vecino arrabal de San Martín (en el entorno de la plaza de San Martín) por el barranco y arroyo del Arenal.
La calle del Arenal se fue creando cuando se allanó el terreno con las tierras de los desmontes de las zonas elevadas del arrabal de San Martín, donde luego se formaron las calles Jacometrezo y otras. Se construyeron edificios y la calle se fue alargando en dirección a la Puerta del Sol. El edificio más importante de esta calle, y que dio nombre a todo el arrabal, era la iglesia de San Ginés, dedicada a San Ginés de Arlés, que antes fue una ermita.
Placa calle Arenal. Foto: S.C. |
Con el tiempo, el de San Ginés sería el principal arrabal de la villa, extendido entre la Puerta de Guadalajara (en la calle Mayor a la altura de la plaza de San Miguel), la Puerta del Sol y la plaza del Arrabal (Plaza Mayor). A partir del 1438 la llamada Cerca del Arrabal ya incluía en su interior los arrabales de San Ginés, San Martín y Santa Cruz, hoy parte del centro histórico de Madrid.
En 1541 el rey Carlos I ordenó que se trasladasen las ‘casas de la mancebía pública’ o burdeles que existían en el Callejón de la Duda, entre las calles Arenal y Mayor, por estar tan cerca del camino que llevaba a los templos de San Jerónimo y de Atocha. El callejón de la Duda desapareció con la ampliación de la Puerta del Sol, a mediados del siglo XIX.
A partir del traslado de la Corte a la Villa de Madrid con Felipe II, a mediados del siglo XVI, la calle del Arenal fue el lugar elegido por muchos nobles para construir sus casas. Unos años después, en 1590, las primeras ordenanzas de urbanismo de la Junta de Obras, Ornato, Limpieza y Policía disponían hacer una calle recta desde la iglesia de San Ginés al monasterio de las Descalzas Reales, llamada hoy calle San Martín.
Una parte de la iglesia de San Ginés se desplomó en 1641 por el mal estado en que se encontraba. Se reedificó con torre, la mayor del Madrid barroco, con los 60.000 ducados donados por un parroquiano rico llamado Diego San Juan. En 1824 se produjo un incendio en esta iglesia de San Ginés que causó importantes pérdidas en esculturas y pinturas de la época de los Austrias, entre otras el gran cuadro del altar mayor, Martirio de San Ginés, obra de Francisco Ricci. Una copia del original es la que hoy se conserva en la capilla mayor.
Iglesia de San Ginés. Foto: F. Chorro. |
La calle Arenal y otras que comunican con la Puerta del Sol (Alcalá, Mayor, Carretas, Del Carmen, Montera, Carrera de San Jerónimo) fueron las primeras que, además de la propia plaza, tuvieron alumbrado de gas en Madrid. Fue 1832, con motivo del nacimiento de la infanta María Luisa Fernanda de Borbón, hija de Fernando VII. Sin embargo esta nueva iluminación se limitó enseguida a los exteriores del Palacio Real, de modo que el único alumbrado de las calles por la noche eran las velas, farolillos o candiles que se encendían en algunas esquinas antes imágenes religiosas.
En julio de 1872, cuando el rey Amadeo I de Saboya y su esposa, María Victoria, regresaban a palacio, tras asistir a un concierto en el Retiro, sufrieron un atentado en la calle Arenal. Unos individuos les dispararon, aunque sin alcanzarles poco antes de llegar a la Plaza de Isabel II.
Policías a caballo, Arenal. Foto: Andrea Castaño. |
Las calles entre las de Arenal y Mayor tienen nombres que revelan su origen: calle de las Fuentes, de las Hileras, de Bordadores, plaza de Herradores o el pasadizo de San Ginés. En la esquina de este último con Arenal se halla la Librería San Ginés, de principios del XIX, de madera y adosada al muro de la iglesia. Y al fondo la famosa Chocolatería San Ginés, de 1894.
Por su enclave privilegiado, entre la Puerta del Sol y la plaza de Isabel II, y camino del Palacio Real, la calle del Arenal es una de las calles más transitadas y animadas de Madrid. Desde que se cerró al tráfico rodado hace unos años se favoreció su carácter de paseo para madrileños y visitantes.
No sabía, ni imaginaba siquiera, que el Ratón Pérez tuviera una casa museo, ni sabía el porqué de su existencia. Me encanta encontrarlo en esta calle tan castiza y llena de tantas historias.
ResponderEliminarGracias por contárnoslo
Gracias, Anabel.
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