El Entierro de la Sardina, de Goya. |
Los
carnavales eran una de las tradiciones de Madrid ya en el siglo XVI. Los aristócratas, aficionados a estas fiestas,
celebraban desfiles de carnaval en el antiguo alcázar, residencia real de los
Austrias. Estas fiestas habían surgido en la Edad Media, pero se difundieron
durante el Renacimiento, cuando el mundo cristiano se liberó de la opresión
eclesiástica ejercida durante siglos.
El carnaval estuvo prohibido en España durante 44 años por la
dictadura de Franco, aunque no se perdió del todo gracias a la Alegre Cofradía
del Entierro de la Sardina, fundada en los años 50 por un comerciante del
Rastro. Se recuperó así una tradición típicamente madrileña, el Entierro de la
Sardina, que se celebraba en la semiclandestinidad cada Miércoles de Carnaval o
Miércoles de Ceniza. Hasta 1980 no se recuperó íntegramente la tradición
carnavalesca, con Enrique Tierno Galván, primer alcalde democrático
de Madrid.
Desfile de
disfraces
Fiesta de Carnaval en Madrid. |
En la
actualidad, el carnaval madrileño comienza con la lectura del pregón por parte
de un personaje famoso en la Plaza de la Villa. Antes se ha elegido a la Musa
del Carnaval, que presidirá el desfile
de disfraces que recorre algunas de las principales calles del centro de la
ciudad. Durante los días siguientes se celebran actividades carnavalescas en
algunos puntos de la ciudad, como la plaza Mayor, promovidas por asociaciones
de vecinos y encuentros de murgas y comparsas. Otro de los actos más destacados
de estas fiestas es el baile de disfraces que organiza el Círculo de Bellas
Artes.
Tradicionalmente,
el Martes de Carnaval tiene lugar el
combate entre Don Carnal y Doña Cuaresma, que representan, respectivamente, los
excesos y la juerga pasados, y el recogimiento y austeridad durante los
próximos 40 días antes de la Semana Santa, según marca la tradición cristiana.
Termina el combate con el juicio y muerte de Don Carnal.
Entierro de
la Sardina
El día siguiente,
Miércoles de Ceniza, finaliza el Carnaval con la parodia fúnebre del Entierro
de la Sardina. Ese día, los miembros de la Alegre Cofradía del Entierro de la
Sardina, de riguroso luto, con capa y chistera los hombres y con mantilla las
mujeres, encabezan la comitiva que lleva a la finiquitada sardina por las
calles de la ciudad. Realizan diversas paradas en tabernas y restaurantes,
hasta llegar a la Ermita de San Antonio de la Florida para rendir homenaje al pintor Francisco de Goya. Finaliza el trayecto junto a
la Fuente de los Pajaritos, en la Casa de Campo, donde se entierra a la
sardina.
Sobre la
tradición de enterrar una sardina para representar a Don Carnal hay varias
versiones. Una dice que los trabajadores madrileños del siglo XVIII solían
comer a media mañana un trozo de pan con una loncha de tocino o panceta que
llamaban ‘sardina’, y que con el entierro se representaba el ayuno que vendría
los días de la Cuaresma. Otra afirma que en época de Carlos III se trajo
hasta Madrid un cargamento de sardinas frescas para sumarlo a la fiesta de
Carnaval, pero su traslado coincidió con unos excepcionales días de calor y las
sardinas se pudrieron y hubo que enterrarlas con toda la pena que esto supuso.
Una tercera teoría apunta que se enterraba un pequeño cerdo llamado 'cerdina' (o un
trozo del mismo), y que al extenderse la tradición su nombre
se confundió con el de sardina.
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