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27 marzo, 2014

Las primeras plazas de toros de Madrid

Vista aérea con la antigua plaza de la Puerta de Alcalá en primer término y detrás la Puerta de Alcalá. En la arena de la plaza se ve gente durante un espectáculo taurino. Al fondo, campos y edificios del viejo Madrid
Litografía de Alfred Guesdon, 1854.
La primera plaza de toros estable de Madrid fue la de la Puerta de Alcalá, inaugurada en el verano de 1749. Los 85.000 escudos de oro que costó su construcción los pagó Fernando VI. El propio rey regaló la plaza a los dos hospitales de Madrid en 1754, para que sanearan su economía alquilando el coso para festejos taurinos. Lo lúdico y lo trágico acontecido en este coso taurino tuvieron como espectador excepcional a Francisco de Goya, quien lo plasmó en los 33 grabados que forman la serie Tauromaquia, publicada en 1816.

Durante 125 años hubo corridas de toros en la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, ubicada en la confluencia de la calle Alcalá con la de Claudio Coello, como recuerda una placa en el lugar. Construida según planos del arquitecto madrileño Ventura Rodríguez, era una plaza sólida, de cal y canto, con 1.100 pies de circunferencia y capacidad para unas 12.000 personas. Los compartimentos estaban divididos en 110 palcos, grada cubierta con tres órdenes de asientos; las delanteras, los tendidos, todos de sillería, y la contrabarrera. Contaba con enfermería, dependencias para los médicos y para empresarios, corrales y cuadras para el ganado. Aún no existía la actual Puerta de Alcalá, de 1778, sino otra anterior, más cerca de la Villa, que fue levantada en 1599. El decreto real de donación decía: 


En la placa se lee: en este lugar estuvo, desde 1749 a 1874 la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, lugar de inspiración para Francisco de Goya.
Placa en la esquina Alcalá-Claudio Coello.
"Por cuanto entre las providencias que tuve por bien acordar, dirigidas al mayor beneficio de los hospitales generales de Madrid, fue una la de mandar que en el campo inmediato a la Puerta de Alcalá se erigiese la fábrica de una plaza, en que sin contingencia de riesgos se tuviesen las fiestas de toros que fueren de mi dignación permitir para recreo del público, cuyo producto libre sirviese para aumento de rentas y dotación de los mismos hospitales..."
Más tarde se añadió a la plaza una caseta para el verdugo y el pregonero, cuando se crearon los reglamentos para seguir un protocolo en las corridas y para evitar los abusos del público. En esta plaza se instauraron por primera vez las entradas, aún sin numerar, en 1810, así como los abonos, en 1815, aunque éstos sólo para los palcos.

Fueron muchos los lidiadores muertos en esta plaza: los toreros, José Delgado 'Pepe-Hillo', Manuel Parra, Roque Miranda, Isidro Santiago, Manuel Jiménez 'el Cano', José Rodríguez 'Pepete'; los picadores, Bartolomé Carmona, Juan Luis de Amisas, Laureano Pérez Alonso, Ildefonso Pérez Naves, Antonio Herrera Cano; José Orellana, Diego Luna; los banderilleros, Francisco Azuzena 'el Cuco', José Fernández, Bocanegra, Antonio Fernández Oliva, Domingo Rivero, 'el Tuerto', además del mayoral Sebastián Mínguez.


Goya y la Tauromaquia
Lámina 21 de Tauromaquia destaca un toro en las gradas de la plaza, parado y de perfil, con un hombre inerte sobre sus cuernos, mientras otras personas huyen despavoridas.
Lámina 21 de la serie Tauromaquia, de Francisco de Goya

Los espectáculos taurinos que tuvieron lugar en la plaza de la Puerta de Alcalá tuvieron como espectador al pintor Francisco de Goya, quien recogió en su serie de grabados Tauromaquia las suertes del toreo y otras escenas. En la lámina 17 están las mojigangas taurinas: dos mulas yacen en el suelo mientras el toro voltea a un tercero, a la vez que es acosado por hombres con picas. La lámina 21 refleja la tragedia del alcalde de Torrejón, muerto por un toro que se saltó la barrera y embistió a la gente de las primeras filas. En la lámina 33 representó la muerte del famoso torero Pepe-Hillo, embestido por un toro, mientras uno de sus ayudantes trata atraer al astado y otros acuden desde la barrera… Estas láminas de cobre grabadas al aguafuerte se conservan en la Calcografía Nacional, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Alcalá, 13), junto a la Puerta del Sol.

Corridas de toros en la plaza Mayor

En la Plaza Mayor hubo corridas de toros desde su construcción, aunque también se corrieron toros, como se decía entonces, en otras plazas como la de la Cebada, la de la Villa, la de las Descalzas o la Puerta de Sol, normalmente por obras en la Plaza Mayor, o para que alguna entidad de interés público obtuviera fondos con el alquiler de los balcones de su edificio. También el Real Sitio del Buen Retiro, cuya extensión superaba al actual Parque del Retiro, fue lugar frecuente de toros en tiempos del mujeriego Felipe IV

Antes de la construcción de la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, hubo en esta zona de Madrid, hoy barrio de Salamanca, dos plazas de madera. La primera se construyó en 1739 y estaría en la confluencia de las calles Alcalá y O'Donnell, cerca de donde están las antiguas Escuelas Aguirre. Se cree que fue desmantelada dos o tres años después. Luego se levantó otra muy cerca que fue la primera plaza de toros cerrada y redonda de Madrid. Era de madera y ladrillo y tenía capacidad para 6.000 espectadores.  Se inauguró en 1743 con 18 toros de Bernardo de Rojas, de Toledo. Allí hubo corridas hasta 1748, cuando la mandó derribar el rey Fernando VI por su estado ruinoso.

Años antes, a principios del siglo XVIII, el habitual toreo a caballo perdió fuerza y se fue imponiendo el toreo a pie, protagonizado por profesionales que vivían de ello. Coincidieron estos cambios con el reinado del primer rey Borbón en España, Felipe V, a quien no le gustaban los toros, lo que resultó en una pérdida del interés de los nobles por participar en este tipo de espectáculos. Aún así, Felipe V autorizó algunas corridas benéficas, como las organizadas por la Archicofradía Sacramental de San Isidro para reconstruir el pontón de San Isidro sobre el río Manzanares. Así, en 1737 se levantó junto al río la plaza de toros de Casa Cerrada, una plaza de madera con 120 graderíos y de 50 metros de diámetro. Estas plazas de madera eran provisionales y se desmontaban pasado un tiempo.

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