Plaza de Oriente. Foto: S. Castaño. |
Con el fin de la invasión francesa, tras la guerra de la Independencia, quedó abandonado este espacio durante muchos años, hasta que en 1841 se crearon la Plaza de Oriente, el Teatro Real y la Plaza de Isabel II, según proyecto del arquitecto Narciso Pascual y Colomer. Isabel II retomaba así el deseo de sus antecesores de dotar de un entorno grandioso al Palacio Real. Su padre, Fernando VII, había iniciado en 1818 la construcción del Teatro Real, casi en el mismo lugar donde había estado el viejo teatro de los Caños del Peral, en la plaza del mismo nombre, hoy Plaza de Isabel II, que tuvo que ser nivelada con ocho metros de tierra. El proyecto fernandino establecía una gran galería circular de arcos y columnas para unir el palacio con el teatro. El plan se abandonó por falta de recursos económicos y se derribó la parte de columnata que ya se había construido. En cuanto al teatro, las obras quedaron suspendidas. El edificio, aún inacabado, se inauguró en 1850, contando con el mayor escenario de Europa.
Monumento a Felipe IV. Foto: S.C. |
Jardines de la Plaza de Oriente. Foto: F. Chorro. |
Uno de los locales más conocidos de la plaza es el Café de Oriente, construido sobre uno de los conventos demolidos en 1811, el de san Gil. En su sótano se conservan la sala capitular, hoy restaurante, y la cocina del aquel edificio religioso. Unos pasos más allá se abre la calle Lepanto, donde estuvo la antigua Casa del Tesoro, lugar donde se alojaban los artistas que trabajaban para los reyes. Allí murieron, entre otros, el pintor Diego Velázquez (1660) y los arquitectos Sebastián Herrera Barnuevo (1670) y Juan Bautista Sachetti (1784).
Parte peatonalizada de la calle Bailén. |
En 1997 se inauguró la más importante remodelación de la Plaza de Oriente, con su peatonalización hasta la catedral de la Almudena. Se eliminó así la circulación de vehículos a pocos metros del Palacio Real, dando paso al tráfico rodado a través de un túnel subterráneo de 500 metros bajo la calle Bailén, También se construyó un aparcamiento para coches y autobuses en el que apareció, durante las obras, una atalaya árabe del siglo XI cuyos vestigios pueden verse en el interior.
La reforma acondicionó más de 22.000 metros cuadrados de superficie peatonal y se ampliaron los jardines. Todo ello reforzó el carácter cultural y turístico de esta zona, una de las más atractivas de Madrid para disfrutar de un recorrido histórico.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar