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20 junio, 2014

Conde de Peñalver, alcalde que soñó la Gran Vía

Retrato del Conde de Peñalver a mediana edad, con barba y un gran bigote.
Conde de Peñalver. Foto: Kaulak (Wikipedia)
Nicolás Peñalver Zamora, conde de Peñalver, fue el primer alcalde de Madrid elegido por sufragio universal. Fue en 1895, durante su segundo mandato, anteriormente ocupó el cargo en 1892, en sustitución del Marqués de Cubas, durante sólo 14 días, lo que le convertiría en el alcalde más breve si no hubiera ocupado la alcaldía en otras dos ocasiones. 

La preparación del proyecto de construcción de la Gran Vía fue la principal preocupación de este alcalde, militante del Partido Conservador, así como las obras del Ensanche y las modificaciones de la calle Preciados y de la plaza de Neptuno. Otro de sus objetivos fue la mejora del funcionamiento interno del Ayuntamiento y de los servicios públicos, por ello decretó la inmovilidad de los empleados municipales, de modo que éstos no fueran reemplazados cada vez que cambiaba el gobierno municipal.


Una iniciativa interesante fue la normativa para organizar el Cuerpo de Bomberos de Madrid, que ordenaba que los aspirantes a una plaza de bombero debían tener de 23 a 25 años, una estatura superior a 1,50 metros, un perímetro torácico mínimo de 0,86 centímetros, saber leer y escribir y acreditar honradez. Con estas condiciones, tenían preferencia quienes conocieran el oficio de carpintero o albañil o hubieran servido en la Armada, en Ingenieros o en Artilleros. El sueldo de los bomberos de primera clase sería de 995 pesetas al año, los de segunda 875 y los aspirante 800, mientras que el jefe arquitecto del Cuerpo ganaría 5.000 pesetas al año.


Otras normas que puso en marcha el conde de Peñalver fueron la obligatoriedad de poner a los mendigos a disposición del gobernador civil para trasladarlos al asilo de San Bernardino, la inspección rigurosa de los locales públicos y del estado de comidas y bebidas, y la  limitación del número de puestos fijos de venta callejera. Se empeñó en la restricción de licencias a los puestos de melones, “por las molestas emanaciones producidas por la putrefacción de sus frutos”, la obligatoriedad del permiso de circulación de bicicletas y la vigilancia de los puestos de agua en los paseos del Prado y Recoletos, donde a menudo había peleas entre aguadoras. 


Manifestación de 60.000 madrileños
La Gran Vía, con sus blancos y artísticos edificios históricos flanqueando a numerosos peatones y coches..
Gran Vía, frente al edificio Telefónica. Foto: S.C.

Sin embargo, no tuvo éxito en sus esfuerzos por mejorar los servicios municipales y la desastrosa situación presupuestaria del Ayuntamiento, ya que la corrupción municipal provocó una manifestación en diciembre de 1895 a la que acudieron unos 60.000 madrileños, acelerando así el final de su segundo mandato, dos meses más tarde. 


Durante su tercer mandato (octubre 1907-octubre 1909), el conde de Peñalver inauguró en 1908 el monumento ‘Al Pueblo del Dos de Mayo’ que se instaló en la plaza de San Bernardo (hoy en los jardines de Fanjul, entre la plaza de España y la calle Ferraz) y el dedicado a Emilio Castelar, presidente de la 1ª República Española, en el Paseo de la Castellana. También inauguró la plaza de toros de Vista Alegre, el Puente de la Reina Victoria Eugenia, que cruza el río Manzanares, y creó la Banda de Música Municipal.


En cuanto al proyecto al que dedicó su mayor impulso, la Gran Vía, comenzó a construirse en abril de 1910, cuando el conde de Peñalver llevaba casi seis meses fuera de la alcaldía. El alto coste económico y social que suponía el proyecto de una moderna vía que conectara la calle de Alcalá con la plaza de España desgastó sus posibilidades políticas.


El conde de Peñalver nació en La Habana (Cuba), en 1853, descendiente de unos aristócratas aragoneses instalados en la isla desde mediados del siglo XVI. Llegó a España con 11 años, vivió en Barcelona y París y estudió Derecho en Oviedo. La ciudad de Madrid le dedicó una importante calle de la ciudad, que discurre desde la calle Goya con la calle Alcalá hasta la calle Francisco Silvela. Además, una placa homenaje le recuerda desde 1917 en el edificio Gran Peña, en el número 2 de la Gran Vía, poco después de su muerte en Madrid, en 1916.

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