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14 octubre, 2013

Madrid frívolo, cupletistas, variedades y cabarets

Vista general de la Puerta del Sol hacia el añó 1900. Numerosos peatones se mezclan sin orden con tranvías y coches de caballos.
Puerta del Sol (Madrid), hacia el año 1900.
A principios del siglo XX Madrid era una ciudad llena de cafés con animadas tertulias literarias, políticas y artísticas que se extendían a trastiendas y reboticas. La Puerta del Sol, núcleo de la actividad diaria, atraía a todo tipo de personajes, floristas, vendedores, bohemios, vividores, prostitutas... A su alrededor nacieron los más famosos salones de variedades y cabarets, donde causaban furor las cupletistas y vedettes en un ambiente erotizado que contrastaba con la moral y las costumbres de la época. El ajenjo o absenta y el chicle estaban de moda.

Hacía unos años que había llegado de Francia el llamado ‘género ínfimo’, un tipo de espectáculo llamado así por ser más breve y ligero que el ‘género chico’. A este arte frívolo y sensual se apuntaron todo tipo de artistas, bailarinas, tonadilleras, transformistas, y sobre todo cupletistas con sus pícaras canciones y músicas pegadizas.
En este ambiente prosperaron los salones de variedades, los cabarets, los cafés-cantante y los music-hall, por cuyos escenarios desfilaban las cupletistas, estrellas del momento, a ritmo de charleston, fox-trot, machicha y polka, levantando pasiones entre un público aficionado a estos ‘lugares de perdición’.
Salones de variedades  
La ‘movida’ giraba en torno a la Puerta del Sol, en las calles de Alcalá, Sevilla, Peligros, Carrera de San Jerónimo, Maestro Victoria y Príncipe. En el número 4 de la calle Alcalá estaba el Salón de Actualidades, donde el cuplé llegó a su máxima expresión de la mano de Pastora Imperio, Pilar Cohen, Candelaria Medina, Bella Lulú o Amalia Muñoz. En el número 16 de la misma calle estaba el Salón Japonés, escenario de las estrellas internacionales, la mayoría procedentes de París; y en el 20, donde luego se instaló el Teatro Alcázar, se encontraba el Trianón Palace, que vio debutar en 1913 a la cantaora de flamenco Pastora Pavón, la Niña de los Peines.
Retrato coloreado de Fornarina, sonriente, con peineta y un vestido estampado que deja ver sus hombros
La Fornarina. Foto: Antoni Esplugas
  (Wikipedia)
El París-Salón se hallaba en la calle Montera y el Salón Madrid, en Cedaceros 7, donde varias décadas después estuvo el cine Bogart. En la calle Carretas se ubicaba el Romea, en la plaza Vázquez de Mella (antes plaza de Bilbao) el Ideal Room y, cerca de la plaza de la Moncloa, el café Club Parisiana. Este último era el lugar favorito de cupleteras y señoritos para terminar la noche. Allí, en 1919, actuó por primera vez en Madrid una orquesta de músicos negros. Otros salones más alejados eran los de Lavapiés, Tetuán, Atocha o Pintor Rosales.
Juerguistas y noctámbulos
En esa atmósfera de diversión, música, humo y copas las jovencísimas artistas mostraban un repertorio de canciones eróticas que acompañaban con bailes sensuales, mientras lucían sus cuerpos voluptuosos, ataviadas unas veces con prendas transparentes y otras con pomposos vestidos.
En 1917 un periódico valenciano informaba del cierre del teatro Princesa, de mayo a septiembre, y de la multa de 500 pesetas impuesta por la autoridad a la Preciosilla (Manuela Tejedor) y la Chelito (Consuelo Portela) antes las “excesivas procacidades exhibidas” en su actuación.
La clientela era muy variopinta y acudía a estos salones de madrugada, después de rondar por bailes y tascas. Se componía principalmente de empresarios, jóvenes señoritos, políticos, toreros, oficiales del ejército, escritores, artistas, profesionales independientes y noctámbulos impenitentes, que se deleitaban con los espectáculos de ‘varietés’.
La entrada a estos locales costaba 15 céntimos y dos reales la butaca, algo que no podían permitirse los obreros madrileños. Éstos buscaban la diversión en las tabernas, verbenas y en los bailes, como el de la Rosa Blanca, en la calle Tudescos; el de La Costanilla, en Costanilla de San Pedro; el Olimpo y el Lucientes, en La Latina, donde además abundaban las tabernas..  También buscaban encuentros furtivos con sus chicas en las tapias del Retiro o con las prostitutas de las calles Fuencarral, Amaniel, Preciados y La Palma.
Uno de los lugares preferidos de los más trasnochadores para desayunar era la Casa de Vacas, una vaquería del parque del Retiro situada donde hoy se encuentra el Centro Cultural Casa de Vacas.
Estrellas del género ínfimo  
Retrato en blano y negro de la joven Raquel Meller, con la ceza recostada, el rostro serio y la mirada lánguida dirigida al frente.
Raquel Meller (Wikipedia)
Era la belle époque madrileña y sus estrellas, las cupletistas Raquel Meller, Fornarina (Consuelo Vello), La Bella Chelito, Olimpia d’Avigni, Carmen Flores o La Goya se movían rodeadas de lujo, champán, joyas, perfumes y regalos de sus admiradores más adinerados, especialmente joyeros y empresarios.
Las artistas más famosas solían vivir en un piso o chalet del barrio de Prosperidad, aunque las grandes divas vivían en el hotel Palace. Las demás chicas se hospedaban en pensiones de artistas cerca de la Gran Vía, como las de la calle San Bartolomé 7 y 11 o en la plaza de Bilbao 9.
Era tal el negocio que algunos teatros, como el Cómico, el Lara y el Apolo, cedieron sus escenarios a estos espectáculos nocturnos. También proliferaron en esta época las academias de cupletistas, como las de Jacometrezo 31 y 65, Aduana 7, Ventura Rodríguez 11 o Nicolás Salmerón 1.
Con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se impuso el puritanismo. El divertimento nocturno, la frivolidad y el género ínfimo decayeron. Después, entre 1931 y 1936, durante la Segunda República, hubo un resurgimiento del ‘género ínfimo’, pero nunca recuperó su pasado esplendor. Luego, la dictadura franquista lo prohibió.

1 comentario:

  1. Quisiera saber de la Vedette Petra Martínez de principios de Siglo en Madrid.

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