Puerta del Sol (Madrid), hacia el año 1900. |
Hacía unos
años que había llegado de Francia el llamado ‘género ínfimo’, un tipo de
espectáculo llamado así por ser más breve y ligero que el ‘género chico’. A
este arte frívolo y sensual se apuntaron todo tipo de artistas, bailarinas,
tonadilleras, transformistas, y sobre todo cupletistas con sus pícaras
canciones y músicas pegadizas.
En este ambiente
prosperaron los salones de variedades, los cabarets, los cafés-cantante y los
music-hall, por cuyos escenarios desfilaban las cupletistas, estrellas del
momento, a ritmo de charleston, fox-trot, machicha y polka, levantando pasiones
entre un público aficionado a estos ‘lugares de perdición’.
Salones de variedades
La ‘movida’
giraba en torno a la Puerta del Sol, en las calles de Alcalá, Sevilla, Peligros, Carrera de San Jerónimo, Maestro Victoria y Príncipe. En el número 4
de la calle Alcalá estaba el Salón de Actualidades, donde el cuplé llegó a su
máxima expresión de la mano de Pastora Imperio, Pilar Cohen, Candelaria Medina,
Bella Lulú o Amalia Muñoz. En el número 16 de la misma calle estaba el Salón Japonés,
escenario de las estrellas internacionales, la mayoría procedentes de París; y en el 20, donde luego se instaló el Teatro Alcázar, se encontraba el Trianón
Palace, que vio debutar en 1913 a la cantaora de flamenco Pastora Pavón, la
Niña de los Peines.
La Fornarina. Foto: Antoni Esplugas (Wikipedia) |
Juerguistas y noctámbulos
En esa
atmósfera de diversión, música, humo y copas las jovencísimas artistas
mostraban un repertorio de canciones eróticas que acompañaban con bailes
sensuales, mientras lucían sus cuerpos voluptuosos, ataviadas unas veces con
prendas transparentes y otras con pomposos vestidos.
En 1917 un
periódico valenciano informaba del cierre del teatro Princesa, de mayo a
septiembre, y de la multa de 500 pesetas impuesta por la autoridad a la
Preciosilla (Manuela Tejedor) y la Chelito (Consuelo Portela) antes las
“excesivas procacidades exhibidas” en su actuación.
La clientela
era muy variopinta y acudía a estos salones de madrugada, después de rondar por
bailes y tascas. Se componía principalmente de empresarios, jóvenes señoritos,
políticos, toreros, oficiales del ejército, escritores, artistas, profesionales
independientes y noctámbulos impenitentes, que se deleitaban con los espectáculos
de ‘varietés’.
La entrada a
estos locales costaba 15 céntimos y dos reales la butaca, algo que no podían
permitirse los obreros madrileños. Éstos buscaban la diversión en las tabernas,
verbenas y en los bailes, como el de la Rosa Blanca, en la calle Tudescos; el
de La Costanilla, en Costanilla de San Pedro; el Olimpo y el Lucientes, en La
Latina, donde además abundaban las tabernas.. También buscaban encuentros furtivos con sus
chicas en las tapias del Retiro o con las prostitutas de las calles Fuencarral,
Amaniel, Preciados y La Palma.
Uno de los
lugares preferidos de los más trasnochadores para desayunar era la Casa de
Vacas, una vaquería del parque del Retiro situada donde hoy se encuentra el
Centro Cultural Casa de Vacas.
Era la belle
époque madrileña y sus estrellas, las cupletistas Raquel Meller, Fornarina
(Consuelo Vello), La Bella Chelito, Olimpia d’Avigni, Carmen Flores o La Goya
se movían rodeadas de lujo, champán, joyas, perfumes y regalos de sus
admiradores más adinerados, especialmente joyeros y empresarios.
Las artistas
más famosas solían vivir en un piso o chalet del barrio de Prosperidad, aunque
las grandes divas vivían en el hotel Palace. Las demás chicas se hospedaban en
pensiones de artistas cerca de la Gran Vía, como las de la calle San Bartolomé
7 y 11 o en la plaza de Bilbao 9.
Era tal el
negocio que algunos teatros, como el Cómico, el Lara y el Apolo, cedieron sus
escenarios a estos espectáculos nocturnos. También proliferaron en esta época
las academias de cupletistas, como las de Jacometrezo 31 y 65, Aduana 7, Ventura
Rodríguez 11 o Nicolás Salmerón 1.
Con la
dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se impuso el puritanismo. El
divertimento nocturno, la frivolidad y el género ínfimo decayeron. Después, entre 1931 y 1936, durante la Segunda República, hubo un resurgimiento del ‘género ínfimo’, pero
nunca recuperó su pasado esplendor. Luego, la dictadura franquista lo prohibió.
Quisiera saber de la Vedette Petra Martínez de principios de Siglo en Madrid.
ResponderEliminar