GA4

08 diciembre, 2017

Tradición del mercadillo navideño y las doce uvas

Panorámica de la plaza al atarcecer, con los casetas navideñas iluminadas y numerosos compradores frente a su mostradores.
Mercadillo de Navidad, plaza Mayor. Foto: S.C.
Los tradicionales puestos de zambombas y panderetas, juguetes, figuritas de belén y otros artículos del mercadillo de Navidad tuvieron como escenario la plaza de Santa Cruz desde el siglo XVII. La vecina plaza Mayor se destinaba a los puestos de vendedores de pavos, turrones, mazapanes, castañas y otros frutos secos. Las normas que desde antiguo regulaban la gran afluencia de madrileños, forasteros y vendedores dictaban, ya a principios del siglo XX, que se permitía del 18 de diciembre al 6 de enero la instalación de puestos navideños en la plaza de Santa Cruz y en plaza Mayor. Debían colocarse fuera de los soportales y junto a la acera o alrededor del jardín central que tenía la plaza. La venta de pavos tenía lugar en la plaza de Puerta Cerrada y en la glorieta de Bilbao. Los vendedores con sus puestos de toldo obtenían la licencia pagando cinco pesetas por cada metro cuadrado y seis pesetas por las piaras de pavos, con un máximo de 40 aves. 

A partir de 1944, el Ayuntamiento ordenó que la venta de objetos navideños se reuniera en la plaza Mayor, y fuera de ella se instalaran los puestos de alimentos. En la siguiente década se sustituyeron los puestos de toldo por casetas de madera, que se situaban en el centro de la plaza para no interferir la circulación de tranvías. A finales de los años 60 la construcción del aparcamiento subterráneo de esta plaza llevó el mercadillo de Navidad a la plaza de Santa Ana, volviendo luego a su recinto monumental.

Un numerso grupo de personas con gorros y disfarces pasa por la antigua Puerta del Sol bailando y bebiendo, excepto uno de ellos, con traje regional, que transporta una escalera.
Noche de Reyes en la Puerta del Sol (Castelaro)

Otra tradición madrileña, tomar las doce uvas de Nochevieja con las campanadas de fin de año frente al reloj de la Puerta del Sol tiene un origen un tanto impreciso. La explicación más conocida dice que comenzó por un excedente de uvas en 1909 y que así se logró un consumo masivo que se convirtió en costumbre. Otra versión afirma que se inició en 1882, a raíz del impuesto de cinco pesetas a quienes “formando ronda o comparsa” salieran el 5 de enero a ‘recibir a los Reyes Magos’. Era ésta una ocasión para el jolgorio, las chanzas y las bromas de grandes grupos de madrileños que recorrían las calles alumbrados por antorchas, visitando las tabernas y en busca de algún incauto, normalmente un joven recién llegado a la capital, al que proponían unirse a la fiesta si se encargaba de llevar la escalera que usaban para mirar a lo lejos en busca de la caravana real. 


Al final, la algarabía de unos produjo las quejas de otros y el Ayuntamiento, dirigido por José Abascal, tomó cartas en el asunto. Quienes no fueran provistos de licencia para formar comparsa serían detenidos. Al parecer, al no poder seguir con aquella costumbre, los jóvenes madrileños decidieron echarse a la calle la noche de fin de año y tomar las uvas con las campanadas del reloj de la Puerta del Sol. Así consiguieron tener una noche de fiesta, que se hizo tradicional, sin pagar por ello. Con la elección de las uvas tal vez querían imitar, como burla, a la aristocracia madrileña que por esa época comenzó a tomar uvas y champán en el postre de la cena de fin de año.


En cuanto a la tradicional Cabalgata de Reyes, la primera en Madrid se realizó en 1953. Partió de las Escuelas Aguirre, en el barrio de Salamanca, recorrió la calle de Alcalá, la calle Mayor y terminó en la plaza de la Villa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario