Locomotora del primer tren (maqueta). |
Estación de Atocha, 1930. |
Al principio, el recorrido hasta Aranjuez contaba con cuatro estaciones: Villaverde, Getafe, Ciempozuelos y Valdemoro, y dos apeaderos, Barrera de Valdemoro y Barrera de la Reina. Hacía poco más de dos años que se había inaugurado la línea Barcelona-Mataró, que fue la primera de España, en octubre de 1848.
Por la línea Madrid-Aranjuez circulaban tres trenes diarios en cada sentido. Los precios por viaje eran de 20 reales en los vagones de primera clase, 14 en los de segunda, 8 en tercera y 4 en cuarta. En esta categoría última los viajeros iban de pie y a la intemperie, por lo que pronto fue eliminada.
El marqués de Salamanca
El millonario José de Salamanca (marqués de Salamanca desde 1886), aprovechó sus influencias económicas y políticas (fue ministro de Hacienda en 1847) para obtener la concesión de la línea Madrid-Aranjuez tras el depósito de 6 millones de reales de vellón. Con sus socios fundó en 1845 la Sociedad del Camino de Hierro de Madrid a Aranjuez. Los contratistas eran ingleses y de la dirección de obras se encargó el ingeniero de caminos Pedro Miranda, que sustituyó al británico William Green cuando éste abandonó la sociedad.
Las obras se iniciaron a finales de 1846 y en ellas trabajaron unos 7.000 hombres. Para tender la línea se realizaron más de un centenar de obras que sortearon varios ríos y numerosos arroyos.
Al año siguiente a su inauguración, en una turbia operación con el gobierno de los liberales moderados, el marqués de Salamanca consiguió vender al Estado el tramo Madrid-Aranjuez por más de 60 millones de reales y hacerse con la concesión para el siguiente tramo, Aranjuez-Almansa. Luego, el gobierno liberal progresista anuló este acuerdo y José de Salamanca tuvo que devolver el dinero, y se rehizo la concesión del tramo a Almansa, con un presupuesto reducido en 10 millones de reales sobre el anterior.
La antigua estación de Atocha. Foto: S.C. |
El ferrocarril tuvo rápido desarrollo. Más allá de Aranjuez, la línea se extendió hasta Tembleque (1853), Albacete (1855) y Alicante (1858) realizándose el recorrido en unas 15 horas. 30 años después de inaugurado el tramo hasta Aranjuez ya existían en Madrid varias estaciones de ferrocarril: La estación de Atocha (1890-92), la estación del Norte (Príncipe Pío), Delicias e Imperial. Eran por entonces el símbolo del progreso y las nuevas tecnologías, con el auge de la arquitectura del hierro.
La capital de España quedó comunicada con el norte a través de la línea Madrid-Irún; con el este, desde Atocha, por la prolongación de la línea de Aranjuez hasta Alicante; y con el oeste, desde la estación de Delicias, por la línea Madrid-Cáceres-Portugal. Además, se construyó una red de cercanías (ferrocarriles de vía estrecha) para comunicar Madrid con los principales pueblos de la provincia, y se levantó la estación de Imperial para el transporte de mercancías.
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