Calle de Leganitos. Foto: S.C. |
Ya en tiempos de Felipe II este paraje, atravesado por el arroyo Leganitos y con un puentecillo para cruzarlo, era muy frecuentado por los madrileños durante las noches de verano, para tomar el fresco en los alrededores de la fuente. Ésta es citada por Cervantes en Don Quijote de la Mancha.
El rey concedió suma importancia a esta fuente, de cuyas aguas se surtía gran parte de la población. Entre las primeras ordenanzas municipales de Madrid se decretó que en las proximidades de la fuente de Leganitos no se lavara en los pozos de sus huertas, ni hubiera servicios higiénicos ni sumideros cerca de los manantiales. También se ordenaba el allanamiento de los lugares de la zona donde quedaban aguas estancadas, para evitar que se filtraran y contaminasen las aguas potables.
La fuente de Leganitos fue reformada en 1855 y desapareció a principios del siglo XX con la creación y urbanización de la Plaza de España.
Plaza de Esapaña, antiguo prado Leganitos. S.C. |
La calle Leganitos desciende desde la Plaza de Santo Domingo a la Plaza de España, casi en paralelo a la Gran Vía en su último tramo. En la salida de Leganitos se construyó una gran alcantarilla con dos enormes huecos por donde entraban las aguas a un contenedor subterráneo con arcos desde donde se encauzaban hacia el río. Ocurría aquí lo que en otras zonas de Madrid (como a la entrada del paseo del Prado desde la calle de Alcalá) donde el desnivel del terreno provocaba grandes torrentes en los días de fuertes lluvias. Las peligrosas corrientes que se formaban por la confluencia de aguas en la parte baja de estas calles ocasionaban desgracias en la población. Así fue el caso de un soldado de caballería a quien ordenaron llevar unas cartas al correo una noche de lluvias torrenciales. Salió el militar de la oficina, en la plaza de los Afligidos (hoy de Cristino Martos) a las once y media de la noche y quiso vadear las corrientes hacia la alcantarilla de Leganitos, sin hacer caso del aviso de los serenos que le advertían del peligro, y las aguas le arrastraron, tragándoselo la alcantarilla. Más tarde se añadieron unas rejas y barandillas a la boca de esta alcantarilla, que quedó cubierta a mediados del XIX y sólo quedó un sumidero amplio para el desagüe.
En el número 13 de esta calle hay una placa que recuerda que allí vivió y murió, en 1785, Ventura Rodríguez, arquitecto real y maestro mayor del Ayuntamiento de Madrid. Otra placa en el número 35 indica el lugar donde vivió y murió, en 1757, el compositor italiano Doménico Scarlatti, profesor de música de la reina Bárbara de Braganza.
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