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30 mayo, 2025

El atentando contra Alfonso XIII

Atentado contra Alfonso XIII
Momento del atentado. Archivo:
Memoria de Madrid. Foto: E. Mesonero Romanos.
La noticia del atentando con bomba contra los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg el día de su boda en Madrid, 31 de mayo de 1906, se difundió con extraordinaria rapidez. A las pocas horas todo el país conocía el suceso, en el que los reyes resultaron ilesos, pero hizo estragos entre los madrileños y soldados que se agolpaban en la calle Mayor al paso de la comitiva nupcial: 23 muertos en el acto y más de 100 heridos. También se sabía el nombre y la descripción física del autor del crimen, difundida por la policía: un hombre joven, de veintiséis a veintisiete años de edad, alto, delgado, moreno, con bigote no muy poblado y de nombre Mateo Morral. 

Dos días después Mateo Morral estaba muerto. La versión histórica mantenida durante más de un siglo dice que, en su huida hacia Barcelona, llegó a una venta a las afueras de Torrejón de Ardoz, cerca de la estación de tren. Allí resultó sospechoso y el guarda de una finca cercana lo condujo hacia el cuartel de la Guardia Civil. Por el camino, Morral, sacó una pistola y mató al guarda y a continuación, al verse rodeado, se suicidó de un tiro en el pecho.

Alfonso XIII y Victoria Eugenia
Los reyes el día de la boda.
Memoria de Madrid (Ch. Franzen)

Esta versión, difundida durante más de cien años, fue desmentida por una investigación publicada en 2015 por la Universidad de Nebrija, que contó con un equipo de expertos dirigido por el fallecido periodista especializado en sucesos Francisco Pérez Abellán. El estudio concluyó que Morral no se suicidó con una pistola Browning que portaba oculta, como se afirmó en 1906, sino que fue asesinado a cierta distancia. Tanto el nuevo informe forense como el de balística determinaron que el orificio de la bala que causó la muerte a Morral era de mayor calibre que el de una pistola Browning. Además, el estudio de laboratorio no encontró restos de pólvora en su ropa ni esta mostraba signos de quemadura, como ocurre en los disparos a bocajarro o a quemarropa en los suicidios.

El propietario de la pensión de la calle Mayor donde estuvo Morral se encargó de identificar el cadáver, que fue llevado a Madrid el día 3 de junio, a la cripta del desaparecido hospital del Buen Suceso, junto a la Puerta del Sol, donde fue reconocido también por otras personas que le vieron en la fonda.

Después se supo que Morral había huido apresuradamente del lugar del atentado y pasó la noche en la antigua Venta del Espíritu Santo, muy cerca de donde hoy está la Plaza de Toros de las Ventas. Al día siguiente salió de Madrid y a primeras horas de la tarde del 2 de junio se encontraba en el ventorro de los Jaraíces, a las afueras de Torrejón de Ardoz. Su presencia en el establecimiento enseguida despertó las sospechas de la dueña, Fermina, y de algunos clientes. Su traje azul, alpargatas y gorra, casi nuevos, no correspondían al trabajo de un fogonero, que dijo era su oficio.

Monumento a las víctimas del atentado de 1906
Monumento a las
víctimas. 
Entre los clientes se hallaba Fructuoso Vega, un guarda del cercano Soto de Aldovea, que pidió a Mateo Morral que le acompañara al cuartel de la Guardia Civil, como sospechoso del atentado de la calle Mayor. Según la versión aceptada durante más de un siglo, ambos salieron del establecimiento y por el camino Morral sacó una pistola y mató al guarda de un disparo. Luego huyó hacia el río Henares, pero al verse acorralado por varios jornaleros se suicidó de un tiro en el pecho.

Mateo Morral, un anarquista de Sabadell (Barcelona), había llegado a Madrid diez días antes del atentado y se alojó en una fonda de la calle Arenal, hasta que supo que los reyes pasarían por la calle Mayor en su recorrido desde la iglesia de los Jerónimos hasta el Palacio Real. Entonces Morral se cambió a una casa de huéspedes en el 88 de la calle Mayor, hoy número 84, en la tercera planta de un edificio frente a la calle del Sacramento, lugar donde más tarde se levantó un monumento en memoria de las víctimas. 

El atentado causó una gran conmoción en el Madrid de Alfonso XIII y en todo el país. En pocas horas se recibieron miles de telegramas de condolencia desde numerosos países, muchos de cuyos máximos representantes asistieron a la boda. El conde de Romanones, por entonces ministro de Gobernación y responsable de la seguridad, entregó 25.000 pesetas a la viuda y cuatro hijos del guarda Fructuoso, por su heroicidad. En el lugar donde fue asesinado el guarda se levantó una cruz de piedra, entre el río Henares y la carretera de Torrejón a Loeches.